Libia asusta desde el espacio al proyectar un masa oscura salpicada en una mancha dorada

Desde el vac¨ªo del espacio, la Tierra muestra sus cicatrices m¨¢s antiguas. Recuerdos de un pasado tumultuoso donde el fuego moldeaba el paisaje. En el coraz¨®n del desierto del Sahara, la atenci¨®n de los sat¨¦lites es captada por una vasta mancha oscura salpicada de destellos dorados que ha resultado ser un campo volc¨¢nico extinto conocido como Haruj. Esta imagen, obtenida a partir de un mosaico satelital compuesto a lo largo de tres a?os, no solo es un testimonio visual impresionante, sino tambi¨¦n una ventana a la historia geol¨®gica del planeta.

Con cerca de 44.000 kil¨®metros cuadrados, Haruj se alza como una de las mayores regiones volc¨¢nicas de ?frica. Su origen, envuelto en enigmas, contrasta con la regularidad de los campos volc¨¢nicos que nacen en los bordes de las placas tect¨®nicas. Aqu¨ª, el magma surgi¨® directamente del manto terrestre, dejando un paisaje tan inh¨®spito como fascinante, donde el negro de la lava petrificada se mezcla con reflejos dorados de arena que, atrapada en sus huecos, captura la luz del sol.

Una reliquia del fuego

El campo volc¨¢nico Haruj, situado en el centro de Libia, alberga aproximadamente 150 volcanes extintos, desde peque?os conos hasta imponentes volcanes en escudo. Algunas de estas formaciones datan de hace 6 millones de a?os, mientras que otras, m¨¢s j¨®venes, se originaron apenas hace unos miles de a?os, seg¨²n el Programa de Vulcanismo Global del Museo Nacional de Historia Natural del Smithsonian.

A pesar de parecer liso desde las alturas, este paisaje es cualquier cosa menos uniforme. M¨²ltiples erupciones han creado capas de roca apiladas que se alzan en respiraderos y conos de m¨¢s de 100 metros de altura. El punto m¨¢s elevado del campo alcanza los 1.200 metros sobre el nivel del mar, lo que lo convierte en una estructura monumental que domina el ¨¢rido entorno del Sahara.

Un mosaico de luz y sombra

La extraordinaria imagen satelital fue elaborada mediante un programa que analiza cientos de fotograf¨ªas, seleccionando los ¡°mejores p¨ªxeles¡± para crear una composici¨®n sin obstrucciones de nubes o tormentas de polvo, seg¨²n el Observatorio de la Tierra de la NASA. Este proceso tambi¨¦n resalta las ¨¢reas donde la arena dorada se acumula entre las grietas de la lava, revelando detalles que escapan a otras im¨¢genes satelitales.

Este contraste entre el negro de la lava fosilizada y el brillo de la arena crea un efecto visual que ha cautivado a cient¨ªficos y observadores. Las manchas doradas no solo a?aden un toque de surrealismo al paisaje, sino que tambi¨¦n cuentan la historia de c¨®mo los elementos han esculpido esta regi¨®n durante milenios.

Un enigma geol¨®gico

A diferencia de la mayor¨ªa de los campos volc¨¢nicos, que suelen formarse en las l¨ªneas de debilidad de la corteza terrestre, Haruj surgi¨® lejos de cualquier falla tect¨®nica conocida. Los expertos atribuyen su existencia a un penacho del manto, una corriente de roca fundida que ascendi¨® desde las profundidades del planeta para alimentar las erupciones. Este proceso es comparable al que ocurre en el volc¨¢n Kilauea, en Haw¨¢i, cuyas erupciones lentas y continuas modelan paisajes similares.

Aunque algunos investigadores sugieren que Haruj podr¨ªa dividirse en dos campos distintos, con Al Haruj al Aswad en el norte y Al Haruj al Abyad en el sur, la mayor¨ªa lo considera una ¨²nica entidad geol¨®gica. Esta perspectiva refuerza la idea de que el campo volc¨¢nico es una reliquia singular de un pasado en el que la Tierra liberaba su furia en pleno coraz¨®n del desierto.

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