Las excepciones para que te puedan seguir haciendo ¡®llamadas spam¡¯ a partir del 29 de junio
A partir del 29 de junio, entrar¨¢ en vigor la nueva Ley General de Telecomunicaciones que reconoce el derecho de los ciudadanos a no recibir llamadas indeseadas con fines comerciales
SPAM es una palabra con un curioso origen. Inicialmente, era el nombre de un tipo de carne enlatada, de muy dudoso gusto para el paladar, que abundaba en la Gran Breta?a de posguerra. Un ladrillo tan nutritivo como horripilante para el ojo y las papilas que fue una de las principales fuentes de prote¨ªna para la muy castigada y bombardeada poblaci¨®n de Su Majestad. En cada taberna de la campi?a, en cada bar de callej¨®n y en cada supermercado hab¨ªa latas y latas y m¨¢s latas de este producto. De esta obra de ingenier¨ªa que desafiaba cualquier noci¨®n elemental de est¨¦tica -aunque es de justicia reconocer que la versi¨®n actual de este producto mejora con mucho a la de entonces-.
Fueron los Monty Python los que le dieron a la palabra SPAM su acepci¨®n m¨¢s utilizada en el presente. Algo machac¨®n. Algo que te persigue. Algo que aparece en todas partes como queriendo meterse en tu cerebro sin permiso y quedarse a vivir ah¨ª sin pagar alquiler. Todo el mundo ha sido v¨ªctima del inmisericorde SPAM publicitario. Una llamada a medianoche para vender un seguro de salud para conejos -aunque no tengas conejo-, para que te cambies de operador de m¨®vil o para decirte que has ganado un mill¨®n de euros en un exclusivo sorteo en el que ni siquiera hab¨ªas participado -?Si es que los hay con suerte!-.
Pues esto se acaba. M¨¢s o menos. Este 29 de junio entra finalmente en vigor la nueva Ley General de Telecomunicaciones que fue aprobada y publicada en el BOE el a?o pasado. Entre otras cosas, la norma dispone que los ciudadanos tienen derecho a no recibir llamadas o comunicaciones indeseadas con fines comerciales, por lo que las empresas que hagan sonar tel¨¦fonos o llenen los buzones de los correos electr¨®nicos ajenos para ver si cae algo deber¨¢n tener el permiso expreso del cliente o potencial cliente.
Limitaciones de la norma
Sin embargo, este requisito no restringe tanto el problema como podr¨ªa creerse. En muchas ocasiones son los propios usuarios los que otorgan su conformidad con la recepci¨®n de esta informaci¨®n comercial sin siquiera saberlo. Los famosos ¡°T¨¦rminos y Condiciones¡± de doscientos diecisiete millones de p¨¢ginas que todo el mundo acaba aceptando -por supuesto sin leer, por aquello de no perder seis a?os de vida- pueden tener cl¨¢usulas en las que se solicita este permiso. Y el navegante de la red, sin darse ni cuenta, se acaba tragando un sapo -un sapo metaf¨®rico, por supuesto-.
Adem¨¢s, esta ley solo se aplica, claro est¨¢, en territorio espa?ol. Por lo tanto, las compa?¨ªas con sede en el extranjero podr¨¢n seguir llevando a cabo su labor de pesca de compradores a trav¨¦s de estos medios a menudo tan molestos e invasivos. No obstante, por lo menos ahora el margen de acci¨®n para emplear m¨¦todos agresivos de venta de productos o servicios es sustancialmente m¨¢s restringido. La parte mala es que ahora ser¨¢ m¨¢s dif¨ªcil ganar millonadas en sorteos sorpresa.