La historia de Malacara: el caballo gal¨¦s que le dio la Patagonia a Argentina y se la quit¨® a Chile
El gal¨¦s John Evans y su caballo salvaron su vida de una emboscada ind¨ªgena tras saltar un gran barranco. Despu¨¦s, su pueblo decidi¨® que la Patagonia ser¨ªa argentina.
John Daniel Evans se mud¨® de Gales a Argentina cuando solo ten¨ªa tres a?os, y fue uno de esos chiquillos que llegan a un lugar nuevo, agarrado de las manos de sus padres, y entonces crecen y se dejan un bigote poblado, pero no la curiosidad de la ni?ez. Esto ocurri¨® a mediados del siglo XIX, cuando un grupo de galeses decidi¨® mudarse a la provincia argentina de Chubut, pues se sent¨ªan discriminados por el Reino Unido. Cre¨ªan que el gran Estado les robar¨ªa la identidad, levaron anclas y navegaron hasta Argentina a bordo del Mimosa. Desembarcaron en la actual Puerto Madryn, para despu¨¦s desplazarse al sur y fundar el asentamiento de Rawson. Pero una mudanza, sea a miles de kil¨®metros o a la vuelta de la esquina, siempre trae problemas y melancol¨ªa.
Las tierras no eran las esperadas, las condiciones para la agricultura eran duras, y muy diferentes de los f¨¦rtiles y verdes terrenos galeses. Y aunque los ind¨ªgenas tehuelches les ense?aron a cazar y pescar, la colonia galesa quer¨ªa explorar nuevos lugares donde pudieran encontrar un suelo m¨¢s fruct¨ªfero. Mientras todo esto ocurr¨ªa, Evans crec¨ªa y se dejaba bigote. Tambi¨¦n aumentaba su tama?o un caballo que recibir¨ªa el nombre de ¡®Malacara¡¯. Futuras y j¨®venes promesas de un pueblo que necesitaba porvenir.
¡°Era invierno. La tierra era dura y fr¨ªa. La playa, un infierno de hostilidad. No hab¨ªa casas ni gente ni caminos. Ten¨ªan algunos animales, vacas, pero no las sab¨ªan orde?ar. Ninguno de los colonos era campesino, no sab¨ªan cosechar trigo ni cazar guanacos¡±, relata la escritora Mariana Enr¨ªquez en su libro ¡®Alguien camina sobre tu tumba¡¯ sobre la llegada de los galeses a Argentina. Entonces, con el permiso del gobernador, Evans lider¨® una expedici¨®n a lomos de Malacara hacia tierras desconocidas, pero prometedoras en el imaginario colectivo. Una andanza que no habr¨ªa sido posible si un a?o antes, en 1884, Malacara no hubiese salvado la vida de su jinete.
Un salto de fe hacia el futuro
Un a?o antes, Evans fue atacado por los ind¨ªgenas durante otra expedici¨®n. Sus tres amigos con los que viajaba fueron asesinados. Los ind¨ªgenas les cerraron el c¨ªrculo, pero Evans consigui¨® escapar del ataque gracias a que su caballo dio un ¨¦pico salto sobre un ca?¨®n, dejando atr¨¢s a los atacantes.
Cuenta el momento el propio Evans en su autobiograf¨ªa, que la recoge el Sitio Argentino de Producci¨®n Animal: ¡°March¨¢bamos despreocupados, sin pensar en nada, sin siquiera mirar atr¨¢s, cuando de pronto sentimos un tremendo aullido, grito de guerra de los indios, e inmediatamente la atropellada de los caballos. Ech¨¦ una mirada hacia atr¨¢s y vi sus lanzas brillar al sol. Nos cerraron en c¨ªrculo, sent¨ª el chuzazo de una lanza en mi paleta izquierda y antes de que pueda reaccionar vi a Parry caer a tierra con una lanza clavada en el lado derecho y no s¨¦ si los otros compa?eros estar¨ªan heridos, porque se manten¨ªan en sus caballos¡±.
¡°A unos trescientos metros adelante corr¨ªa un zanj¨®n hondo por el cual bajaban las aguas de lluvia desde la loma. Era un lugar muy conocido por los indios y por m¨ª. Sus intenciones eran arrinconarme contra el zanj¨®n para bolear mi caballo, y ese era mi tremendo miedo. Me ve¨ªa acorralado. El zanj¨®n ten¨ªa una altura aproximada de 3,60 metros. En el fondo hab¨ªa arena blanda. Llegu¨¦ a la orilla. El caballo creo que percibi¨® mi intenci¨®n y obedeci¨® a mi desesperada orden: salt¨® al fondo del barranco y cay¨® con sus manos y patas extendidas. El Malacara se levant¨® de un salto y yo me manten¨ªa aferrado al recado del terror que sent¨ªa. Sin lastimarse ni detenerse, volvi¨® a saltar otro barranco m¨¢s bajo. Resollaba, como pidiendo un poco m¨¢s de tiempo¡±.
?C¨®mo pudo el Malacara influir en el destino de Argentina? Tras sobrevivir al ataque, Evans lider¨® la expedici¨®n galesa que buscaba tierras m¨¢s f¨¦rtiles. Lleg¨® hasta el extremo occidental del pa¨ªs y fundaron la actual Colonia 16 de octubre y la ciudad de Trevelin. Las tierras resultaron ser muy fruct¨ªferas. Fue todo un ¨¦xito para los galeses. Al ver lo provechoso de las colonias, Chile las reclam¨®. Se hizo un plebiscito en 1902 en el que los colonos decidieron de forma un¨¢nime seguir siendo argentinos y las tierras permanecieron como tal.
All¨ª, en Trevelin, se encuentra la tumba de muchos galeses argentinos, pero tambi¨¦n la de Malacara, con la siguiente inscripci¨®n: ¡°Aqu¨ª yacen los restos de mi caballo Malacara, que me salv¨® la vida en el ataque de los indios en el Valle de los M¨¢rtires el 4/3/84 al regresarme de la Cordillera. RIP, John D. Evans¡±.
La l¨¢pida se encuentra en el museo Cartref Taid de Trevelin, dirigido por Clery Evans, la nieta de John Evans, quien asegura que ni la ciudad ni esas tierras ser¨ªan argentinas si no fuera por su familia y por el plebiscito. Malacara creci¨®, corri¨®, salt¨® un precipicio, salv¨® al l¨ªder de las expediciones e hizo posible la Patagonia argentina ¡®galesa¡¯. In that order.