Hallan en Murcia un valioso manuscrito de hace 500 a?os
La Polic¨ªa ha recuperado el fragmento de un cantoral sustra¨ªdo en los a?os ochenta del Real Monasterio de San Lorenzo del Escorial. La pieza, de 500 a?os de antig¨¹edad, estaba en Murcia.
Finales de los a?os ochenta. Cerca del Real Centro Universitario Mar¨ªa Cristina. Un grupo de personas entran en una bas¨ªlica. M¨¢s tarde se supo que eran todos antiguos alumnos los que se hab¨ªan internado en el infinito complejo del Real Monasterio de San Lorenzo del Escorial. Un robo. Desaparecieron varias hojas pertenecientes a uno de los cantorales que guardan entre los muros que a d¨ªa de hoy custodian los frailes de la Orden de San Agust¨ªn. M¨¢s de tres d¨¦cadas despu¨¦s aparece una nueva pista y, con ella, parte del tesoro perdido.
Esta historia es la de un manuscrito de hace 500 a?os y un robo en la Espa?a de la Movida. Muchos siglos atr¨¢s, Felipe II mand¨® componer 221 cantorales para dar un impulso musical inigualable al coro del cenobio. Seg¨²n ha informado la Polic¨ªa Nacional, se ha encontrado una de las p¨¢ginas sustra¨ªdas: la perteneciente al folio 8 del Cantoral 140. Estaba en Murcia.
El Ed¨¦n de las melod¨ªas en la sierra de Madrid
El pedazo de historia rescatado es un ¡°pliego de pergamino con inscripciones en letra g¨®tica y notaciones musicales fechado en el siglo XVI¡±. As¨ª lo recoge la nota policial. No ha cesado el cuerpo de Polic¨ªa de investigar el robo de estos documentos, de gran valor hist¨®rico y cultural, en ning¨²n momento. Pasaban los a?os y segu¨ªa sin aparecer ninguna de las p¨¢ginas desaparecidas. Cuando el hilo de la pista termin¨® en un individuo con nombres y apellidos, el fragmento del cantoral pas¨® a dependencias policiales y, zanjado el misterio, se devolvi¨® con el resto de la obra al monasterio madrile?o del que sali¨® tiempo atr¨¢s.
En concreto, los pergaminos corresponden a un cantoral de 58 p¨¢ginas ¡ªm¨¢s otras tres sin numerar¡ª que recogen la melod¨ªa y las indicaciones musicales de un curioso Veni Creator, que no es, ni m¨¢s ni menos, que el himno cristiano dedicado al Esp¨ªritu Santo. Esta obra formaba parte de una inmensa colecci¨®n de libros, con incontables firmas de escritores, encuadernadores y miniaturistas, que hac¨ªan las delicias de Felipe II. El monarca so?aba con que el monasterio se convirtiera en el hogar de una colecci¨®n musical de valor incalculable. Una especie de biblioteca de Alejandr¨ªa en la sierra de Madrid.
A este fin contribu¨ªan los cantorales, que no son sino piezas gigantes que contienen salmos, misas o ant¨ªfonas. La llave que reproduce la m¨²sica y la magia de cualquier coro, cuyas p¨¢ginas brillaban ornamentadas con la magia de los iluminadores, que trazaban obras de arte entre letras. Las notas se entrecruzaban con oraciones y con temas b¨ªblicos y florales en un mismo pergamino. El misterio de una de ellos ya ha sido cerrado y descansa en el mismo monasterio que un d¨ªa Felipe II imagin¨® como el Ed¨¦n de las melod¨ªas.