Descubren un extra?o ¡®smartphone¡¯ de hace 1.000 a?os: as¨ª funcionaba
Con inscripciones en ¨¢rabe y hebreo, se sabe que serv¨ªa para determinar la distancia entre el Sol y la Tierra.

Desde los primeros vestigios de humanidad en la Tierra, los artilugios y las herramientas han servido, sirven y servir¨¢n para alcanzar aquello que nuestro ingenio puede imaginar. La historia es sorprendente, y como siempre se dice, a veces o casi siempre, se repite. ?Es posible que hace m¨¢s de 1000 a?os, los seres humanos ya usaran smartphones? Parece que la respuesta es afirmativa. Pero no unos IPhone de ¨²ltima generaci¨®n.
Y es se ha descubierto un astrolabio andalus¨ª de m¨¢s de 1000 a?os en el Museo Miniscalchi-Erizzo de Verona, un artefacto que revela una fascinante historia de intercambios culturales y avances astron¨®micos en la Edad Media. La historiadora de la Universidad de Cambridge, Federica Gigante, fue la responsable de identificar este objeto, descrito como un ¡°smartphone¡± medieval debido a su capacidad para adaptarse a las necesidades de distintos usuarios a lo largo del tiempo. El astrolabio permit¨ªa calcular la posici¨®n de las estrellas, medir distancias y el tiempo, adem¨¢s de ayudar a los musulmanes a determinar la direcci¨®n de La Meca y los horarios de oraci¨®n, seg¨²n el Cor¨¢n.
Un aparato para unir culturas y actualizar procedimientos
Seg¨²n el estudio liderado por la historiadora italiana, y publicado en la revista Nuncius, este dispositivo tiene su origen en la tradici¨®n astron¨®mica helen¨ªstica y fue perfeccionado por los musulmanes, quienes ampliaron su funcionalidad y lo difundieron por el mundo isl¨¢mico y m¨¢s all¨¢. El astrolabio descubierto presenta inscripciones en ¨¢rabe y hebreo, lo que evidencia su uso por diferentes comunidades. Gigante destaca que este instrumento fue modificado y corregido en diversas ocasiones, con ajustes en los valores de latitud de varias ciudades. Una pr¨¢ctica que compara con la instalaci¨®n de aplicaciones en un tel¨¦fono moderno.
El an¨¢lisis del objeto sugiere que fue fabricado en la Espa?a andalus¨ª del siglo XI, posiblemente en Toledo, un centro, en aquella ¨¦poca, de intercambio cultural entre musulmanes, jud¨ªos y cristianos. Entre sus inscripciones, se hallan referencias a las latitudes de C¨®rdoba y Toledo, lo que refuerza su origen hispano¨¢rabe. Posteriormente, el instrumento fue modificado por distintas manos: algunos a?adieron traducciones hebreas, otros corrigieron valores de latitud e incluso se identificaron inscripciones en n¨²meros occidentales, lo que sugiere su uso tambi¨¦n en Italia.
Una de las adiciones m¨¢s peculiares es la firma ¡°para Is?¨¡q [...]/la obra de Y¨±nus¡±, que representan nombres jud¨ªos escritos en letra ¨¢rabe. Por tanto, el astrolabio pod¨ªa ser propiedad de una comunidad jud¨ªa sefard¨ª, donde el ¨¢rabe era el idioma habitual. Adem¨¢s, una segunda placa con latitudes de Marruecos y Egipto indica que en alg¨²n momento el objeto fue utilizado en el norte de ?frica.
Este hallazgo refuerza la idea de que la ciencia medieval no se desarroll¨® de manera aislada, sino a trav¨¦s del contacto e intercambio entre diferentes culturas. El astrolabio de Verona es un ejemplo tangible de esa interconexi¨®n. Un artefacto que, al igual que los dispositivos modernos, serv¨ªa para navegar por el mundo, almacenar conocimientos y facilitar la vida cotidiana de sus usuarios.
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