?Qu¨¦ es la disciplina de partido y por qu¨¦ todos los diputados de un partido siempre votan lo mismo?
Cada grupo parlamentario tiene un reglamento interno que estipula cu¨¢l es la sanci¨®n para los diputados d¨ªscolos que decidan votar en contra de la l¨ªnea marcada por la formaci¨®n

Lo habitual en el Congreso de los Diputados es que los votos sean en bloque. Es decir, en lugar de hacer la decisi¨®n cada diputado, se consensua una postura colectiva que debe ser defendida al un¨ªsono por todo el grupo parlamentario. Esto se conoce como la disciplina de voto, y es el principio vertebrador de la disciplina militante en nuestro sistema de representaci¨®n bicameral. No obstante, no siempre se cumple. La historia reciente est¨¢ llena de versos sueltos.
Uno de los m¨¢s c¨¦lebres -aunque a nivel auton¨®mico y no nacional- fue el Tamayazo. Dos diputados socialistas saltaron de su trinchera y le entregaron a Esperanza Aguirre la llave para gobernar la Comunidad de Madrid. Otros ejemplos son Celia Villalobos, del PP, votando a favor del matrimonio homosexual o Adolfo Su¨¢rez Illana, tambi¨¦n del PP, votando en contra de retirarle las condecoraciones al torturador franquista ¡°Billy El Ni?o¡±.
Pero hay que puntualizar una cosa que, a lo mejor, no es conocida por todo el mundo. La disciplina de voto no est¨¢ regulada por ninguna ley estatal o regional. Ni siquiera por los reglamentos parlamentarios. Son directrices internas establecidas por los propios partidos. Aunque, por mucho que no se trate de una cuesti¨®n legal, saltarse la l¨ªnea oficial puede acarrear graves consecuencias para el perpetrador. Las penalizaciones establecidas var¨ªan dependiendo del grupo.
Bloques unitarios
Los socialistas y los populares establecen represalias parecidas en estos supuestos. Normalmente, se opta por la imposici¨®n de una multa monetaria que, en el caso de los conservadores, oscila entre los 500 y los 700 euros, y, en el caso de los progresistas, se suele fijar en torno a los 600 euros. En casos de excepcional gravedad, las agrupaciones se reservan el derecho a expulsar a uno de sus miembros, pero legalmente no pueden obligarlo a renunciar al acta.
La l¨ªnea seguida por Podemos era incluso m¨¢s restrictiva. Sus afiliados que ostentaran cargos p¨²blicos en corporaciones a cualquier nivel, desde lo municipal a lo nacional, deb¨ªan seguir siempre las pautas marcadas meticulosamente por la direcci¨®n del partido. Negarse a alinearse con estos principios se castigaba con el pago de entre 500 y 1000 euros, que no es poca cosa. Porque los partidos, a pesar de que no tienen medios legales para imponer su criterio, tratan de blindar direcci¨®n de sus bloques lo m¨¢ximo posible para evitar sorpresas desagradables. Y, a pesar de todo, lo inesperado siempre llega. As¨ª es la pol¨ªtica.