Luis Partida Brunete, el alcalde que lleva 44 a?os arrasando en un municipio de Madrid
Gan¨® por primera vez las elecciones en Villanueva de la Ca?ada en 1979, cuando se present¨® como el cabeza de lista de UCD.
Villanueva de la Ca?ada es un municipio al Noroeste de Madrid. Tiene algo m¨¢s de 21.000 habitantes. Est¨¢ tan solo a unos minutos en coche de Brunete, donde se desarroll¨® una de las batallas m¨¢s importantes de la Guerra Civil. De hecho, en los campos que rodean al municipio todav¨ªa se puede encontrar alg¨²n b¨²nker ajado por el tiempo. Recuerdo de una ¨¦poca en la que sonaron los disparos y las bombas. Ahora, en esta zona solo suenan los p¨¢jaros, el viento y alg¨²n ni?o jugando. Es una localidad residencial ,familiar y extraordinariamente tranquila.
Algo llama la atenci¨®n, sin embargo, cuando se camina por sus calles. Una porci¨®n importante de los coches aparcados tienen matr¨ªcula francesa. Y no solo eso. En las terrazas de los bares se escuchan casi tantas conversaciones en franc¨¦s como en espa?ol. El pueblo tiene un Liceo a escasos metros del centro. Adem¨¢s, es la sede de dos universidades. La Alfonso X y la Camilo Jos¨¦ Cela. Estos centros reciben cada a?o a cientos de alumnos de varias partes del mundo. Muchos de ellos vienen de la tierra de los Bonaparte. Est¨¢n, no obstante, bien integrados en el paisaje. Todo en el ambiente tiene una agradable p¨¢tina de armon¨ªa.
Incluso en lo pol¨ªtico. Pocos lugares de Espa?a pueden presumir de un registro electoral tan constante. Los habitantes llevan 11 legislaturas consecutivas -o lo que es lo mismo, 44 a?os- eligiendo al mismo alcalde. Vamos, que de sus urnas solo ha salido un nombre desde el nacimiento de la democracia, Luis Partida Brunete. A¨²n recuerda aquella ¨¦poca, tan distinta y tan incierta, en la que accedi¨® a ser el cabeza de lista de UCD. Era el a?o 1979. El presidente, por cierto, era un tal Su¨¢rez.
Cuando lleg¨® a la villa, las cosas, recuerda, ten¨ªan poco que ver con el presente. Apenas hab¨ªa un millar de vecinos. Al alcalde se le notan ciertas tablas tratando con la prensa. Cosas de la experiencia. Mira a los ojos cuando habla y dice las cosas con rotundidad, como subrayadas. Asegura que ¡°no hay secreto¡± para ganar una y otra vez. Que solo hay ¡°esfuerzo, trabajo, dedicaci¨®n y vocaci¨®n de servicio¡±. As¨ª, paso a paso, un asentamiento lleno de carencias fue creciendo. A lo ancho, eso s¨ª. No hay edificios de m¨¢s de tres alturas.
Y es que la Espa?a de la setentena tard¨ªa, esa que reci¨¦n sal¨ªa del NODO y el yugo con flechas, era un poco eso. Un asentamiento con carencias. Lo que hac¨ªa falta era gente con ganas de arremangarse y ponerse manos a la obra. ¡°No ten¨ªamos ni medios, ni competencias, ni recursos. Estaba todo por hacer¡±, confiesa. Ganar las elecciones fue casi la parte f¨¢cil. Porque, y as¨ª lo cuenta, despu¨¦s tuvo que pasar ¡°de predicar a dar trigo¡±. Un salto del que muchos no salen con vida. La sombra de una promesa incumplida puede ser el fin de una trayectoria pol¨ªtica. No fue el caso, parece.
Pararse y escuchar
El mejor sitio para empezar cuando tienes que hacerlo todo desde cero es, sin duda, lo importante. Es algo que parece obvio, pero quiz¨¢s no lo sea para todo el mundo. Lo necesario primero, lo contingente despu¨¦s. Por eso, nada m¨¢s llegar construy¨® un colegio. La parte dura fue conseguir profesores. ¡°Lo hicimos en cinco meses. De r¨¦cord. Lo dotamos con todos los medios y me ayud¨® todo el mundo. El problema eran los maestros. Sal¨ªa la convocatoria pero siempre se quedaba desierta¡±, recuerda.
Como casi todo en pol¨ªtica, los atascos se subsanan con voluntad. Se plant¨® en la cola donde iban los docentes a pedir sus plazas, en el ministerio de Educaci¨®n. Sali¨® de ah¨ª con cinco y con todo listo para que el centro comenzara a funcionar. Tuvo que ofrecerles un plus de transporte de 3.000 pesetas en el contrato por lo mal comunicada que estaba entonces la zona. Hoy, todo eso ha cambiado. A pesar de la distancia, en algo m¨¢s de media hora se puede llegar al centro de Madrid en autob¨²s.
Una met¨¢fora de los nuevos tiempos. Los kil¨®metros miden menos. El tiempo parece pasar m¨¢s r¨¢pido. Seguramente, esos 44 a?os de hacer cosas todo el rato apenas han sido m¨¢s que dos pesta?eos para este alcalde. Y por eso se sigue presentando. Las previsiones son buenas, seg¨²n cuentan ¨¦l y su equipo. Pero las urnas hablar¨¢n en tan solo unos d¨ªas. Al final, esa es la ¨²nica encuesta que no se equivoca. La de la papeleta. De momento, ¨¦l sigue yendo a misa en el pueblo con sus hijos y sus nietos. Aunque estos, entendiblemente, se quejan porque, en cuento salen de casa, no paran de o¨ªr llamados de vecinos. ¡°Se?or alcalde, a ver si me arregla esto¡±. ¡°Se?or alcalde, a ver si nos ponemos las pilas con nosequ¨¦¡±. Y el alcalde, como alcalde que es, siempre se para y escucha.