Hay una pregunta que sobrevuela la geopol¨ªtica desde que Donald Trump anunciase su intenci¨®n de controlar Groenlandia: ?C¨®mo es posible que el presidente de Estados Unidos diga que quiere tomar una naci¨®n, militarmente si es necesario, y esa naci¨®n no ponga el grito en el cielo? ?C¨®mo es posible que el presidente groenland¨¦s haya dicho ¡°tenemos que negociar con Estados Unidos¡±? ?C¨®mo es posible el uso de presiones, o incluso la fuerza, hacia una naci¨®n aliada?
Groenlandia no es un pa¨ªs completamente soberano. Es una naci¨®n constituyente de Dinamarca, quien env¨ªa anualmente unos 600 millones de euros, lo que supone casi la mitad del presupuesto groenland¨¦s. Tambi¨¦n es un pa¨ªs crucial en el ?rtico: supondr¨ªa para Estados Unidos un acceso clave a las rutas comerciales que se est¨¢n abriendo a causa del deshielo. Lo advirti¨® el explorador Ram¨®n Larramendi en AS: ¡°El centro de gravedad de la geopol¨ªtica se est¨¢ desplazando al ?rtico¡±.
?Puede interesarle a Groenlandia la intervenci¨®n de Estados Unidos? ¡°Da miedo, especialmente cuando Trump habla de intervenir militarmente. Sin embargo, algunos se sienten halagados porque Estados Unidos nos quiere. Nos ayudar¨ªa a ser reconocidos, a que nos sit¨²en en un nivel m¨¢s alto, y no nos vean como algo inferior¡±, explica a este peri¨®dico Aka Simonsen historiadora y arque¨®loga groenlandesa.
El fen¨®meno social de la isla juega a favor de Trump: en Groenlandia hay un descontento generalizado con Dinamarca. Ven a Copenhague como un estado que, a pesar de mandarle una ayuda enorme, no les reconoce como iguales. Al menos socialmente. ¡°En el colegio tenemos profesores daneses que nos ense?an historia de Dinamarca y muy poca sobre Groenlandia, vienen aqu¨ª en calidad de salvadores y ven nuestra cultura como algo malo¡±, indica Simonsen.
La historia explica este descontento. Especialmente el caso de la veintena de ni?os inuit ¡ªel pueblo ind¨ªgena de Groenlandia¡ª que fueron separados de sus familias y llevados a Copenhague. El plan era ense?arles dan¨¦s y formar una ¨¦lite que gobernase y modernizase Groenlandia. Con el tiempo, los ni?os olvidaron su lengua materna, los internaron en orfanatos y muchos de ellos acabaron alcoholizados o pidiendo limosna en la capital de Groenlandia. Esta es algunas de las historias que los groenlandeses, a d¨ªa de hoy, todav¨ªa denuncian.
FOTOS: Sean Gallup, Vittoriano Rastelli y Mario Tama/Getty Images?Por qu¨¦ Estados Unidos est¨¢ interesado en Groenlandia? Dos factores: el primero, la ruta ¨¢rtica, por donde transcurrir¨¢ cada vez m¨¢s y m¨¢s comercio debido al derretimiento de la banquisa, la placa de hielo que flota sobre el mar m¨¢s boreal del mundo. Tambi¨¦n pueden sucederse ataques en el ?rtico, un lugar en el que confluyen pa¨ªses como Rusia, Estados Unidos, Canad¨¢ o Noruega. ¡°Dinamarca no es lo suficientemente fuerte. EEUU es parte de la OTAN, como Dinamarca, y podr¨ªa ser m¨¢s seguro m¨¢s para nosotros¡±. ¡°Si Rusia quiere atacar, puede hacerlo por el ?rtico. Por eso Trump tambi¨¦n quiere Canad¨¢, adem¨¢s de Groenlandia. Cualquier ataque puede ir a trav¨¦s del ?rtico, el punto d¨¦bil de Am¨¦rica¡±.
El segundo tambi¨¦n est¨¢ relacionado con el deshielo, porque Groenlandia es rica en minerales y tierras raras, enterrados bajo el hielo. ¡°Es dif¨ªcil para nosotros extraerlos debido a la poca infraestructura y al hielo, pero ahora que se est¨¢ derritiendo, las posibilidades de sacarlos aumentan¡±, se?ala Simonsen.
En definitiva, en Groenlandia se acumulan varios fen¨®menos que le hacen protagonista de la actualidad. En primer lugar, su hist¨®rica dependencia y descontento con Dinamarca. Los Groenlandeses quieren ser independientes, pero de momento necesitan la ayuda danesa para sostener su sistema social. Es, tambi¨¦n, un pa¨ªs clave para las rutas ¨¢rticas y para la defensa occidental en el norte ante un potencial ataque. Y, quiz¨¢s sea esta la cuesti¨®n m¨¢s jugosa, sus materiales valios¨ªsimos aun sin explotar. ¡°Como Dinamarca no nos trata bien, hay gente que asegura querer ser parte de Estados Unidos, pero no entienden lo arriesgado que es eso¡±, concluye Simonsen.
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