El rey Felipe VI pide serenidad, di¨¢logo y consenso ante los grandes desaf¨ªos de la sociedad

Felipe VI cambi¨® su lugar habitual de los discursos navide?os. De La Zarzuela pas¨® al Palacio Real y a las 21:00 horas abord¨® algunas de las principales inquietudes que los espa?oles han tenido durante este 2024 y las que se presentan para ¡°el futuro¡±. El mensaje estuvo fuertemente marcado por la DANA que afect¨® a Valencia y la zona este de Espa?a el pasado mes de octubre y se cobr¨® cientos de vidas. ¡°Las personas que perdieron la vida y los desparecidos merecen todo nuestro respeto y no debemos olvidar nunca el dolor y la tristeza que han dejado en sus familias¡±, dijo Felipe VI, que agradeci¨® solemnemente la solidaridad ¡°en el sentido m¨¢s puro¡± de parte de la poblaci¨®n: ¡°Surgen de una misma ra¨ªz: la conciencia del bien com¨²n, la expresi¨®n del bien com¨²n, o la exigencia del bien com¨²n¡±.

Tambi¨¦n habl¨® Felipe VI sobre la confrontaci¨®n social que se vive en Espa?a en algunos espacios y habl¨® sobre lo bueno de la diversidad, pero tambi¨¦n sobre la necesidad de convivencia: ¡°El consenso en torno a lo esencial, no s¨®lo como resultado, sino tambi¨¦n como pr¨¢ctica constante, debe orientar siempre la esfera de lo p¨²blico. No para evitar la diversidad de opiniones, legitima y necesaria en democracia, sino para impedir que esa diversidad derive en la negaci¨®n de la existencia de un espacio compartido¡±.

Una tem¨¢tica que est¨¢ muy latente entre las preocupaciones de los espa?oles es el problema del acceso a una vivienda. El monarca tambi¨¦n se refiri¨® a ella: ¡°Es importante, de nuevo, que todos los actores implicados reflexionen, se escuchen unos a otros, que se examinen las distintas opciones y que sea ese di¨¢logo conduzca a soluciones que faciliten el acceso a la vivienda en condiciones asumibles, en especial para los m¨¢s j¨®venes y los m¨¢s desprotegidos, pues ¨¦sta es la base para la seguridad, el bienestar de tantos proyectos de vida¡±.

La complicada situaci¨®n geopol¨ªtica mundial fue catalogada por Felipe VI como un escenario ¡°complejo, cambiante e incluso convulso¡±. El monarca apel¨® una idea para afrontar estos problemas: ¡°Espa?a y los dem¨¢s estados miembros de la Uni¨®n Europea, debemos seguir defendiendo con convicci¨®n y con firmeza, junto con nuestros socios internacionales, las bases de la democracia liberal, de la defensa de los derechos humanos y de las conquistas en bienestar social sobre las que se asienta nuestro gran proyecto pol¨ªtico¡±.

Se acord¨® Felipe VI del esp¨ªritu de trabajo de la sociedad espa?ola y, en especial, de la juventud con unas palabras para los deportistas que tan buenos ¨¦xitos han dado en 2024: ¡°Ese futuro radica principalmente en nuestra juventud, la misma que ha hecho brillar nuestro nombre en los Juegos Ol¨ªmpicos y Paral¨ªmpicos y en la ¨²ltima Eurocopa, la que emprende pese a las dificultades y la que est¨¢ a la vanguardia de nuestra ciencia; la juventud que respeta a nuestros mayores y su valiosa experiencia, la que con m¨¢s empe?o exige avances en materia de igualdad, la que se prepara en nuestros colegios, institutos, universidades, centros de Formaci¨®n Profesional, para acceder con energ¨ªa al mercado de trabajo pese a las cifras de paro juvenil¡±.

En definitiva, un mensaje el de Felipe VI marcado por la DANA, la compleja situaci¨®n pol¨ªtica nacional e internacional y con la esperanza puesta en la juventud. Una petici¨®n de serenidad, di¨¢logo y consenso para afrontar los grandes desaf¨ªos de la sociedad.

El discurso ¨ªntegro de Felipe VI

Buenas noches y gracias por permitirme acompa?aros unos instantes en una noche tan especial, de encuentro y celebraci¨®n, que os deseo, junto a la reina, la princesa Leonor y la infanta Sof¨ªa, que sea feliz y tranquila.

Esta Nochebuena me gustar¨ªa referirme primero, y seguro que me entend¨¦is, a la terrible Dana que hace casi dos meses golpe¨® con inusual fuerza varias zonas del este y sur de Espa?a, especialmente en Valencia.

Las personas que perdieron la vida y los desparecidos merecen todo nuestro respeto y no debemos olvidar nunca el dolor y la tristeza que han dejado en sus familias. Miles de personas vieron c¨®mo lo que hasta hac¨ªa poco era su pueblo, su barrio, su trabajo, su casa, su negocio, su escuela, quedaban reducidos a escombros o incluso desaparec¨ªan. Un hecho dif¨ªcil de asumir, pero del que todos deber¨ªamos poder sacar las ense?anzas necesarias que nos fortalezcan como sociedad y nos hagan crecer.

No debemos olvidar nunca aquellas primeras im¨¢genes de la riada que todo lo arras¨®, los rescates de personas, algunas enfermas, ancianas o agotadas, que trataban de salir de sus coches o se refugiaban en tejados y azoteas. Tambi¨¦n vimos a quienes abr¨ªan sus casas para acoger a los m¨¢s vulnerables, oponiendo a la fuerza implacable del agua y del lodo la fuerza abrumadora de la solidaridad y de la humanidad. Vecinos, voluntarios, equipos de protecci¨®n civil, bomberos, cuerpos de seguridad, Fuerzas Armadas, ONG¡¯s, y tambi¨¦n empresas que organizaron colectas y donaciones, movilizando incluso su personal y maquinaria... la ayuda y la colaboraci¨®n de todos est¨¢ propiciando que, poco a poco, las m¨¢s de 800.000 personas afectadas recuperen paulatinamente en su vida cierto grado de normalidad. Y que el medio y largo plazo quede igualmente atendido para asegurar realmente la recuperaci¨®n.

Esa solidaridad en su sentido m¨¢s puro y m¨¢s apegado a lo concreto, la hemos reconocido d¨ªa tras d¨ªa en el trabajo ingente de voluntarios an¨®nimos y de servidores p¨²blicos; y tambi¨¦n hemos comprobado ¡ªy entendido¡ª la frustraci¨®n, el dolor, la impaciencia, las demandas de una coordinaci¨®n mayor y m¨¢s eficaz de las administraciones. Porque todas esas emociones ¡ªlas que conmueven y reconfortan y las que duelen y apenan¡ª surgen de una misma ra¨ªz: la conciencia del bien com¨²n, la expresi¨®n del bien com¨²n, o la exigencia del bien com¨²n.

Por encima de las eventuales divergencias y desencuentros, prevalece en la sociedad espa?ola una idea n¨ªtida de lo que conviene, de lo que a todos beneficia y que, por eso, tenemos el inter¨¦s y la responsabilidad de protegerlo y reforzarlo. Es algo que la Reina y yo hemos podido constatar y valorar a¨²n m¨¢s a lo largo de esta d¨¦cada de reinado. Es responsabilidad de todas las instituciones, de todas las Administraciones P¨²blicas, que esa noci¨®n del bien com¨²n se siga reflejando con claridad en cualquier discurso o cualquier decisi¨®n pol¨ªtica. El consenso en torno a lo esencial, no s¨®lo como resultado, sino tambi¨¦n como pr¨¢ctica constante, debe orientar siempre la esfera de lo p¨²blico. No para evitar la diversidad de opiniones, legitima y necesaria en democracia, sino para impedir que esa diversidad derive en la negaci¨®n de la existencia de un espacio compartido.

Es en ese acuerdo en torno a lo esencial desde donde debemos abordar los asuntos que nos preocupan y que nos afectan en modos diferentes a nuestra vida colectiva. La creciente inestabilidad internacional, el clima en el que se desarrolla con frecuencia nuestro debate p¨²blico, las dificultades en el acceso a la vivienda o la gesti¨®n de la inmigraci¨®n son cuestiones, entre otras, que merecen nuestra atenci¨®n y que tambi¨¦n quiero abordar esta noche.

La inmigraci¨®n es un fen¨®meno complejo y de una gran sensibilidad social que responde a causas diversas. Sin los movimientos de poblaci¨®n a lo largo de la historia no podr¨ªan explicarse las sociedades del presente; que son sociedades abiertas e interconectadas. Siendo, por lo tanto, una realidad cotidiana, las migraciones pueden derivar ¨Csin la gesti¨®n adecuada¨C en tensiones que erosionen la cohesi¨®n social.

El esfuerzo de integraci¨®n, que corresponde a todos, el respeto ¨Ctambi¨¦n de todos¨C de las leyes y normas b¨¢sicas de convivencia y civismo, y el reconocimiento de la dignidad que todo ser humano merece, son los pilares que deben guiarnos a la hora de tratar la inmigraci¨®n. Sin olvidar nunca la firmeza que requiere la lucha contra las redes y las mafias que trafican con personas. La manera en la que seamos capaces de abordar la inmigraci¨®n ¨Cque tambi¨¦n precisa de una buena coordinaci¨®n con nuestros socios europeos, as¨ª como con los pa¨ªses de origen y tr¨¢nsito¨C dir¨¢ mucho en el futuro sobre nuestros principios y la calidad de nuestra democracia.

Otro asunto, que preocupa, sobre todo a los m¨¢s j¨®venes, es la dificultad para acceder a una vivienda. Las ciudades, en especial las grandes urbes, act¨²an como polos de crecimiento y generan una demanda que la oferta no alcanza a satisfacer. Es importante, de nuevo, que todos los actores implicados reflexionen, se escuchen unos a otros, que se examinen las distintas opciones y que sea ese di¨¢logo conduzca a soluciones que faciliten el acceso a la vivienda en condiciones asumibles, en especial para los m¨¢s j¨®venes y los m¨¢s desprotegidos, pues ¨¦sta es la base para la seguridad, el bienestar de tantos proyectos de vida. Y realmente podemos hacerlo.

Nuestra vida se ve afectada tambi¨¦n por un escenario exterior cada vez m¨¢s complejo y cambiante ¨Ce incluso convulso. Vemos c¨®mo con demasiada frecuencia se cuestiona el derecho internacional, se recurre a la violencia, se niega la universalidad de los derechos humanos o se pone en duda el multilateralismo para afrontar los desaf¨ªos globales de nuestro tiempo, como son las crisis clim¨¢ticas y medioambientales, las pandemias, la transici¨®n energ¨¦tica o el comercio y la escasez de los recursos naturales. Vemos tambi¨¦n, incluso, c¨®mo se llega a discutir la misma validez de la democracia como sistema de gobierno.

En este contexto Espa?a y los dem¨¢s estados miembros de la Uni¨®n Europea, debemos seguir defendiendo con convicci¨®n y con firmeza, junto con nuestros socios internacionales, las bases de la democracia liberal, de la defensa de los derechos humanos y de las conquistas en bienestar social sobre las que se asienta nuestro gran proyecto pol¨ªtico. Porque Europa ¡ªla idea de Europa¡ª es una parte esencial de nuestra identidad compartida, del legado que debemos a las generaciones venideras. En un mundo necesitado de actores fuertes y cohesionados, pero sobre todo de conductas inspiradas en principios y valores, y ah¨ª Europa sigue siendo nuestra referencia m¨¢s valiosa.

Y si miramos hacia dentro, nuestra gran referencia en Espa?a es la Constituci¨®n de 1978, su letra y su esp¨ªritu. El acuerdo en lo esencial fue el principio fundamental que la inspir¨®. Trabajar por el bien com¨²n es preservar precisamente el gran pacto de convivencia donde se afirma nuestra democracia y se consagran nuestros derechos y libertades, pilares de nuestro Estado Social y Democr¨¢tico de Derecho. A pesar del tiempo transcurrido, la concordia de la que fue fruto sigue siendo nuestro gran cimiento. Cultivar ese esp¨ªritu de consenso es necesario para fortalecer nuestras instituciones y para mantener en ellas la confianza de toda la sociedad.

Un pacto de convivencia se protege dialogando; ese di¨¢logo, con altura y generosidad, que debe siempre nutrir la definici¨®n de la voluntad com¨²n y la acci¨®n del Estado. Por eso es necesario que la contienda pol¨ªtica, leg¨ªtima, pero en ocasiones atronadora, no impida escuchar una demanda a¨²n m¨¢s clamorosa: una demanda de serenidad. Serenidad en la esfera p¨²blica y en la vida diaria, para afrontar los proyectos colectivos o individuales y familiares, para prosperar, para cuidar y proteger a quienes m¨¢s lo necesitan. La reciente reforma del art¨ªculo 49 de la Constituci¨®n, referido a las personas con discapacidad, es un buen ejemplo de lo que podemos lograr juntos. Y no podemos permitir que la discordia se convierta en un constante ruido de fondo que impida escuchar el aut¨¦ntico pulso de la ciudadan¨ªa.

Me lo hab¨¦is o¨ªdo decir muchas veces y me gustar¨ªa volver a repetirlo: Espa?a es un gran pa¨ªs. Una Naci¨®n con una historia portentosa, pese a sus cap¨ªtulos oscuros, y mod¨¦lica en el desarrollo democr¨¢tico de las ¨²ltimas d¨¦cadas, derrotando incluso el acoso terrorista que tantas v¨ªctimas caus¨®. Un pa¨ªs con un presente que, pese a lo mucho que nos queda por hacer, por ejemplo, en materia de pobreza y exclusi¨®n social, resulta prometedor al observar el comportamiento de nuestra econom¨ªa ¨Cen t¨¦rminos, entre otros, de crecimiento, empleo o exportaciones¨C y el nivel general de nuestro bienestar social. Y ante el futuro, creo sinceramente que los espa?oles tenemos un enorme potencial que nos debe infundir esperanza, tanto en el plano nacional como en la escena internacional.

Ese futuro radica principalmente en nuestra juventud, la misma que ha hecho brillar nuestro nombre en los Juegos Ol¨ªmpicos y Paral¨ªmpicos y en la ¨²ltima Eurocopa, la que emprende pese a las dificultades y la que est¨¢ a la vanguardia de nuestra ciencia; la juventud que respeta a nuestros mayores y su valiosa experiencia, la que con m¨¢s empe?o exige avances en materia de igualdad, la que se prepara en nuestros colegios, institutos, universidades, centros de Formaci¨®n Profesional, para acceder con energ¨ªa al mercado de trabajo pese a las cifras de paro juvenil; la juventud, en fin, que busca oportunidades y supera los obst¨¢culos a base de m¨¦rito y esfuerzo. Pero sobre todo la que nos ha llenado de orgullo acudiendo en masa para dar lo mejor de s¨ª en las calles de los pueblos afectados por la DANA.

Con este esp¨ªritu de trabajo y de compromiso por lo que es de todos, por el bien com¨²n, termino mis palabras y vuelvo al principio. Vuelvo a todos los municipios y comarcas afectados por las riadas, en muchos de los cuales a¨²n queda tanto por hacer, donde es tanta la necesidad de los vecinos que deja peque?os todos los esfuerzos, a¨²n sin perder la esperanza.

Que la solidaridad que nos ha unido en los momentos m¨¢s dif¨ªciles siga presente en cada gesto, en cada acci¨®n, en cada decisi¨®n. Que las ayudas lleguen a todos los que lo necesiten, para que puedan reconstruir el futuro por el que tanto han luchado, afrontando con coraje y dignidad los retos de un presente a veces implacable. Cuanto antes lo consigamos m¨¢s reforzaremos nuestro sentido de comunidad, nuestro sentimiento de pa¨ªs. Porque la memoria del camino recorrido, la confianza en el presente y la esperanza en el futuro son una parte ineludible, acaso la m¨¢s valiosa, pero tambi¨¦n la m¨¢s delicada, de nuestro bien com¨²n.

Que el esp¨ªritu de estos d¨ªas de encuentro y convivencia permanezca en el a?o nuevo y que teng¨¢is ¡ªos lo deseo, junto a la Reina y nuestras hijas, la Princesa Leonor y la Infanta Sof¨ªa¡ª una muy Feliz Navidad.

Eguberri On, Bon Nadal, Boas Festas.

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