La estatua del Oso y el Madro?o cambia de ubicaci¨®n en Sol
Ha sido trasladada apenas unos metros hacia la derecha como parte de la remodelaci¨®n de la plaza que concluir¨¢ el 3 de abril

Sol es uno de los epicentros de Madrid. Se?a de identidad de la capital. La plaza que vio nacer a la Segunda Rep¨²blica y ha acogido a millones de turistas boquiabiertos a largo de sus casi seis d¨¦cadas de existencia. Un reloj que vigila sin descanso, el ne¨®n inmortal del t¨ªo Pepe -que ya es un poco el t¨ªo de todos los madrile?os- y el envidiable porte ecuestre del Borb¨®n Carlos III, responsable de una profunda modernizaci¨®n de la capital, hoy ampliamente reconocida como una de las ciudades m¨¢s destacadas de Europa.
Por majestuoso e ic¨®nico que sea el lugar, es innegable que de vez en cuando necesita una puesta a punto. Es tal el grado de actividad de la zona, son tantos los que quieren ver el cielo bajo la esplanada del Sol soleado, que el tiempo acaba haciendo mella en su facha y haciendo aflorar inevitables desperfectos. Son muchos los alcaldes que han decidido dejar alg¨²n tipo de impronta personal en tan importante plaza. Para desilusi¨®n de los visitantes, las ¨²ltimas obras llevan durando un buen pu?ado de meses.
El proyecto ha sido muy discutido por la opini¨®n p¨²blica -que es muy dada a discutirlo todo-. El ayuntamiento hizo p¨²blico hace largo tiempo un boceto sobre c¨®mo querr¨ªan que quedara la plaza al t¨¦rmino de las remodelaciones. La administraci¨®n parece haber optado por una profunda modernizaci¨®n est¨¦tica, deshaci¨¦ndose, por ejemplo, de la ya m¨ªtica ballena de cristal que emerge como una Moby Dick de mentira sobre un oleaje de cemento.
S¨ªmbolo de Madrid
En su lugar, se colocar¨¢n unos quioscos, tambi¨¦n de cristal, esferoidales y de fina factura. Tambi¨¦n se apostar¨¢ por la colocaci¨®n de unas muy largas bancadas corridas, que pr¨¢cticamente atraviesan la esplanada de extremo a extremo. No obstante, lo sustancial y lo hist¨®rico seguir¨¢ estando ah¨ª en el nuevo Sol. Carlos III y su corcel, el chill¨®n T¨ªo Pepe encaramado al tejado y, por supuesto, el oso y el madro?o.
La estampa del animal salvaje que se estira hasta el l¨ªmite de su complexi¨®n para alcanzar los frutos de un tupido ¨¢rbol es sin¨®nimo de la capital espa?ola. Tanto es as¨ª que est¨¢ en el escudo oficial de la ciudad -y tambi¨¦n en otro escudo, para algunos mucho m¨¢s importante, el del Atleti-. A pesar de que la imagen seguir¨¢ siendo hu¨¦sped de honor en la zona, ha cambiado ligeramente de lugar. Puede que la mayor¨ªa ni se percate, pues no es una alteraci¨®n sustancial de la ubicaci¨®n.
Ha sido movido con una gr¨²a apenas unos metros hacia la derecha. Es la tercera vez que la pieza sufre un cambio de estas caracter¨ªsticas. Sin embargo, lo que nunca ha cambiado es la gran importancia cultural de la insigne bestia de piedra y bronce, siempre acompa?ado por su inm¨®vil c¨®mplice vegetal, que calladamente le ofrece alimento. Adem¨¢s, la espera no se dilatar¨¢ demasiado. El 3 de abril terminar¨¢n las obras, se levantar¨¢ toda la parafernalia de alba?ileo y el mundo podr¨¢ contemplar, de nuevo, uno de los mejores sitios de uno de las mejores ciudades.