El dinero que costar¨¢ la coronaci¨®n de Carlos III como rey de Inglaterra
El despliegue, sufragado ¨ªntegramente con dinero p¨²blico, supondr¨¢ un gasto para las arcas brit¨¢nicas que rondar¨¢ los 115 millones de euros.
La tradici¨®n es parte integral de la identidad brit¨¢nica. Y su monarqu¨ªa es el nexo hist¨®rico que une a estas naciones con su origen remoto y evoluci¨®n. Generaciones enteras han crecido viendo a la -casi- inmortal Isabel II enterrar Papas y recibir, uno tras otro, a una largu¨ªsima ristra de primeros ministros. Desde Winston Churchill hasta Liz Truss. Ascendiendo al poder en un mundo en ruinas tras la II Guerra Mundial y siendo testigo activo del renacer de una nueva era. Por eso, para muchos en las viejas islas, la realeza es todav¨ªa, y probablemente para siempre, sagrada.
Sigue la coronaci¨®n de Carlos III de Inglaterra en vivo y en directo, con la ¨²ltima hora y todas las novedades del desfile y el acto en Westminster.
Ahora es el turno de su hijo, que en la mente del hombre com¨²n ha hecho una dif¨ªcil transformaci¨®n. Tanto tiempo llevaba siendo el Pr¨ªncipe Carlos, que son muchos los que tienen que esforzarse para asociar su imagen con el nuevo nombre, Carlos III. Y todo rey debe tener una coronaci¨®n. Un acto solemne en el que se presenta ante las multitudes como el depositario de los s¨ªmbolos nacionales. No obstante, por mucho sentimiento que se le imprima al acontecer, es inevitable hablar de dinero.
Est¨¢ siendo un debate encendido en Reino Unido. Aunque es cierto que el sentir mayoritario es promon¨¢rquico, y que los movimientos republicanos -especialmente en Inglaterra- son completamente marginales, una amplia porci¨®n de la ciudadan¨ªa clama por una reforma profunda de la corona y su ostentosa parafernalia. El mundo es ahora menos impresionable. Largamente enterrados est¨¢n los a?os en los que las clases humildes, con sus trajes ajados de pa?o, conten¨ªan el aliento en la bruma londinense al paso marcial de las casacas rojas, escoltas de la filigrana dorada del carruaje real.
Demandas de frugalidad
El nuevo siglo pide nuevas formas de estar en el mundo. Con m¨¢s preocupaci¨®n que nunca por las pr¨¢cticas de buen gobierno, el votante se ha vuelto celoso de sus desembolsos al fisco, y exige a cambio de sus aportaciones una estricta pol¨ªtica de constricci¨®n por parte del ente p¨²blico. El ejecutivo de Downing Street trat¨® de calmar los ¨¢nimos prometiendo una coronaci¨®n ¡°sin excesos¡±. Pero parece que la factura se ha disparado.
Unas 100 millones de libras (115 millones de euros). Esa es la cifra que pulula por los medios brit¨¢nicos. Algo que ha causado la indignaci¨®n de miles. Incluso sentidos mon¨¢rquicos opinan que el balance final, de confirmarse, ser¨ªa un innecesario derroche econ¨®mico. Especialmente porque los actos correr¨¢n por completo a cargo de la hacienda p¨²blica, y no de la abultada fortuna del rey. Se espera que sea, con amplia diferencia, la coronaci¨®n m¨¢s cara de la historia del pa¨ªs.
No obstante, es justo se?alar que la gran afluencia de invitados reconocidos y reconocibles, muchos de ellos jefes de estado o de gobierno, obliga a desembolsar una fortuna exclusivamente en protocolos y personal de seguridad. Las personas m¨¢s importantes del mundo estar¨¢n presentes, compartiendo un mismo espacio mientras el oro y los joyeles de la corona se posan sobre los n¨ªveos cabellos del nuevo rey. Sin embargo, una pluralidad de sus s¨²bditos comparte la opini¨®n de que, todo esto, tendr¨ªa el mismo poder de evocaci¨®n con un poco m¨¢s de austeridad.