El aumento del precio de los pellets encarece la opci¨®n de las calderas de biomasa
El coste del kilo de este producto se ha duplicado en los ¨²ltimos a?os, pero sigue siendo la alternativa menos costosa para calentar la casa
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La inflaci¨®n afecta a casi todos los aspectos de la vida cotidiana. Este aumento general de precios tiene una incidencia muy real y concreta sobre el bolsillo del ciudadano, pues al depreciarse el dinero, disminuye el poder adquisitivo. Es por es que, en tiempos de tendencia inflacionaria, los trabajadores suelen exigir la reevaluaci¨®n de los salarios, pues 1 euro de 2023 no compra lo mismo que 1 euro de 2020. Aunque a todo el mundo le gustar¨ªa no tener que preocuparse por las facturas, la realidad es que la gran mayor¨ªa de las personas tienen que ingeni¨¢rselas para adelgazar sus gastos en ¨¦poca de vacas flacas. Unos de estos gastos parasitarios que aumentan sin cesar son los relacionados con la calefacci¨®n.
Con un invierno que, en muchos lugares de la pen¨ªnsula, est¨¢ siendo extraordinariamente fr¨ªo, no encender la calefacci¨®n ha dejado de ser una opci¨®n. Pero el miedo a los altos precios de la energ¨ªa ha llevado a la gente a buscar alternativas a las formas tradicionales de calentar la vivienda. Una de las m¨¢s cotizadas es la caldera de biomasa. Estos aparatos suponen un coste econ¨®mico a largo plazo significativamente menor. Funcionan mediante la combusti¨®n de pellets, un producto cada vez m¨¢s popular que se ha revalorizado en los ¨²ltimos tiempos.
Los pellets est¨¢n considerados como ¡°biomasa s¨®lida¡±. Son peque?os cilindros de serr¨ªn aglomerado que tienen un gran poder calor¨ªfico, gracias a su consistencia compacta y densa. Al principio eran muy pocos los que conoc¨ªan y empleaban este m¨¦todo calefactor. Pero los prohibitivos costes de los sistemas tradicionales han hecho que miles de casas se reconviertan, haciendo una inversi¨®n monetaria que, sin embargo, podr¨ªa ahorrar cantidades considerables de dinero en el futuro.
El problema es que, cuanta m¨¢s demanda tiene un producto, m¨¢s escalan los precios. Esto es una ley econ¨®mica casi inmutable que, como no pod¨ªa ser de otra forma, tambi¨¦n se ha observado en el caso de los cada vez m¨¢s populares pellets. Hace seis a?os, se pod¨ªa comprar un kilo por apenas 20 c¨¦ntimos. En enero del presente a?o, esta misma cantidad alcanz¨® el r¨¦cord hist¨®rico de 53 c¨¦ntimos. Teniendo en cuenta que una caldera de biomasa est¨¢ndar consume hasta dos kilos de pellets a la hora, se entiende que esta alternativa tradicionalmente rentable quiz¨¢s ya no lo es tanto.
El debate de los impuestos indirectos
El gobierno intent¨® corregir esta situaci¨®n para evitar que uno de los pocos medios de calefacci¨®n asequibles para el asediado bolsillo del espa?ol se acabara encareciendo m¨¢s de lo razonable. La medida adoptada fue la de bajar el IVA de los pellets del 21% al 5%. Pero el mercado y los mercaderes se la saben todas. En las semanas previas a la reducci¨®n del impuesto, los precios se multiplicaron significativamente. As¨ª, cuando entr¨® en vigor la medida, el precio medio del pellet no se redujo pr¨¢cticamente nada.
Experiencias de fracaso como esta han llevado a varios miembros del gobierno a rechazar abiertamente la reducci¨®n de los impuestos indirectos como medida de control de los precios. La inflaci¨®n parece desbocada en todos los frentes, y son muy limitadas las herramientas de los ejecutivos para proteger la calidad de vida de sus castigados ciudadanos. Las cosas que pasan en el mundo, por lejanas que parezcan, acaban afectando a lo cotidiano. Solo queda esperar que vengan tiempos mejores.