Sergio Ramos, roto por la muerte de Keiichi Tanaami
El artista japon¨¦s, miembro de la generaci¨®n dorada del pop art, ha fallecido a causa de una hemorragia intercraneal a los 88 a?os.


En el ecuador del pasado siglo floreci¨® un modo de expresi¨®n pl¨¢stica y pict¨®rica que vino a desafiar las bellas artes cl¨¢sicas y tradicionales y cuyo motor era la cr¨ªtica social que uni¨® al mundo a finales de los sesenta en una suerte de protestas, revoluciones y movimientos estudiantiles. Se llam¨® pop art y anticip¨® que el planeta jam¨¢s iba a volver a ser el mismo; as¨ª lo entendieron artistas de la talla de Andy Warhol y Richard Hamilton, en Estados Unidos y Reino Unido, respectivamente; tambi¨¦n en Asia, donde brill¨® el pincel y el ingenio de Keiichi Tanaami, que este mes de agosto ha cerrado los ojos para siempre.
El artista japon¨¦s falleci¨® el 9 del presente mes a causa de una hemorragia intercraneal, pero la noticia de su deceso no ha trascendido en diversos medios locales hasta este martes. Su funeral se dio tal y como hab¨ªa deseado: en la m¨¢s absoluta intimidad. Quien ha multiplicado el eco de su partida ha sido Sergio Ramos, gran admirador de su obra; en la colecci¨®n privada del camero, Tanaami tiene una posici¨®n de honor.
¡°Con profunda tristeza lamento el fallecimiento de Keiichi Tanaami, un artista extraordinario y querido amigo. Su creatividad no conoci¨® l¨ªmites y su arte toc¨® los corazones y las mentes de muchas personas. Me siento incre¨ªblemente afortunada de haberlo conocido, de haber compartido conversaciones e intercambiado ideas sobre su arte que tanto admiro¡±, deja por escrito el zaguero, que resume en dos frases la honda pesadumbre que en ¨¦l provoca su muerte: ¡°El mundo ha perdido a un verdadero visionario y yo he perdido a un querido amigo. Que su alma descanse en paz eterna y que su esp¨ªritu siga inspirando¡±.
El horror en una vi?eta
Tanaami naci¨® en Tokio durante el largo est¨ªo de 1936; su padre era un comerciante de textiles y su infancia se la rob¨® la guerra: apenas ten¨ªa nueve a?os cuando las Fuerzas A¨¦reas del Ej¨¦rcitos de los Estados Unidos sobrevolaron su urbe natal, dejando a su paso cerca de 100.000 muertos, m¨¢s de un mill¨®n de personas sin hogar y 267.171 escombros que, un d¨ªa antes, eran edificios. Aquello no se borr¨® jam¨¢s de su memoria. Quien sabe si imbuido por la vieja esencia de las primeras vanguardias, decidi¨® convertir aquel dolor en materia trascendente y los motivos b¨¦licos ¡ªbombarderos que rugen, reflectores en el cielo, un mar de fuego engullendo la ciudad y el pez de su padre muerto en la pecera¡ª pasaron a definir su modo de concebir el arte.

¡°Mis sue?os eran un torbellino de miedo y ansiedad, ira y resignaci¨®n. La noche del ataque a¨¦reo, recuerdo haber visto enjambres de personas huyendo de las cimas de las monta?as. Pero entonces se me ocurre algo: ?fue real ese momento? El sue?o y la realidad est¨¢n mezclados en mis recuerdos, grabados para siempre de esta manera ambigua¡±, dijo en una ocasi¨®n, haciendo referencia la madrugada en la que un ente despert¨® dentro de ¨¦l: un alma que convert¨ªa la guerra en cuadros cargados de simbolismos y colores, cargados de elementos de la cultura popular japonesa y norteamericana y dif¨ªciles de comprender dentro de los par¨¢metros de lo l¨®gico, s¨®lo visibles desde una profundidad on¨ªrica casi irreal.
Llen¨® su maleta personal de recuerdos y, tras estudiar dise?o en la Universidad de Arte de Musashino, comenz¨® a trabajar en diferentes g¨¦neros pict¨®ricos. Despu¨¦s viaj¨® a los Estados Unidos de Am¨¦rica, la tierra que hab¨ªa conocido desde el cielo. Era 1967, auge del pr¨®spero consumismo en la naci¨®n, y Nueva York le abri¨® las puertas de la obra de Andy Warhol, a quien admir¨® en lo formal por no limitarse ¨²nicamente a un medio y combinar la variedad de m¨¦todos en el complejo proceso de creaci¨®n; y en lo ideol¨®gico, por lo dif¨ªcil que pod¨ªa resultar comprender que un artista ¡®diera a luz¡¯ ¨²nicamente para el mercado y no para nutrir su intelecto, su visi¨®n de la belleza o su apetito est¨¦tico.
Su partida deja hu¨¦rfano al movimiento que vio en la cotidianidad el reflejo de un futuro colorido, que hizo de la cultura de masas la lupa que se cern¨ªa sobre una transformaci¨®n global nada heterog¨¦nea y que entendi¨® el c¨®mic, el consumo y la publicidad como pilares con los que denunciar un mundo resquebrajado cuyos cristales se rompieron las noches en las que los bombarderos quemaron las infancias. El horror en una vi?eta.
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