No tener que preocuparse por esas cosas
Parece una obviedad, pero ah¨ª est¨¢ todo: ellas, de nuevo, descentralizadas...

Cuenta Jos¨¦ Manuel Ruiz Blas en su libro El ¨²ltimo gol apache como los futbolistas del Racing de Madrid tuvieron que realizar una estrafalaria gira por Am¨¦rica en el a?o 1931 para sufragar el gasto de la construcci¨®n de su nuevo estadio en Vallecas. Un viaje que, parad¨®jicamente, precipit¨® la ruina del club. En aquella gira les pas¨® de todo: robos, enfermedades, motines, asaltos. Rabia y c¨®lera. Derrotas y bancarrotas. Fue en esa ¨¦poca, a inicios del SXX, cuando los futbolistas comenzaron a profesionalizarse en Espa?a, no sin dificultades. Cualquier camino hacia una profesionalizaci¨®n conlleva un esfuerzo extra de las generaciones pioneras. Pero el esfuerzo de las mujeres en el f¨²tbol, empa?ado siempre por la distancia insalvable con su hom¨®logo masculino, conlleva problemas a?adidos que nada tienen que ver con el deporte o la econom¨ªa. Hace un par de d¨ªas dec¨ªa Alexia Putellas: ¡°A mi generaci¨®n le ha tocado ejercer no s¨®lo de jugadora, pero el legado que queremos dejar es que ellas ya no tengan que preocuparse por estas cosas en el futuro¡±.
En el caj¨®n de ¡°estas cosas¡± entran, efectivamente, much¨ªsimas cosas: mejores salarios, mejores infraestructuras, un mejor convenio laboral o mayor cobertura medi¨¢tica. Pero, adem¨¢s, un desaf¨ªo constante al status quo en torno al g¨¦nero, la sexualidad o las relaciones laborales. Tan agotador como un pluriempleo. Putellas dec¨ªa tambi¨¦n que les encantar¨ªa dedicarse solo a jugar al f¨²tbol, su empleo a fin de cuentas, pero que tienen que lidiar con toda esa reivindicaci¨®n adicional. Tal es as¨ª que cuando se gan¨® el Mundial en Sud¨¢frica llegaron semanas de loas y fiestas: homenajes en los pueblos y ciudades de los jugadores, pabellones con sus nombres, reportajes, an¨¢lisis, fichajes y traspasos de los campeones o merchandising por doquier. Ahora llevamos d¨ªas inmersos en una anti-celebraci¨®n, por un comportamiento completamente ajeno a su inmejorable trabajo. Parece una obviedad, pero ah¨ª est¨¢ todo: ellas, de nuevo, descentralizadas. Hasta que algunas, en el futuro, no tengan ya que preocuparse de esas cosas.