Mbapp¨¦ en un bar de la playa
Mbapp¨¦ se ha elevado ya a la categor¨ªa de conversaci¨®n de verano como los incendios o el Tour de Francia.

En todas las zonas tur¨ªsticas de verano hay una calle con una hilera de bares en los que se puede ver el f¨²tbol casi mejor que en un estadio. Son locales casi id¨¦nticos con nombres irlandeses o similares, olor a cerveza, bloody mary, aftersun y moqueta. Por encima de las mesas se levantan enormes televisores que emiten diferentes partidos, la liga inglesa preferentemente. En todos hay siempre un grupo de desertores de la playa. Esos locales son, en realidad, una especie de aparcamiento de turistas quemados del sol y puede que de la vida.
Pasaba ayer por uno de esos bares de una zona tur¨ªstica de Creta cuando un se?or del Chelsea calibraba las posibilidades de que su club fichase a Mbapp¨¦. ¡°No hay posibilidades¡± le dijo al camarero. Yo continu¨¦ mi paso calle abajo pensando que en un bar gemelo de una zona tur¨ªstica de Lanzarote, o Malta o Ibiza podr¨ªa estar teniendo lugar la misma conversaci¨®n. Mbapp¨¦ se ha elevado ya a la categor¨ªa de conversaci¨®n de verano como los incendios o el Tour de Francia.
Mbapp¨¦ es conversaci¨®n de verano, herramienta de relaciones p¨²blicas, carta de p¨®quer entre hombres multimillonarios, pr¨¢cticamente asunto de pol¨ªtica exterior. Es un jugador esencialmente atrapado en su propio ¨¦xito, metido en el escape room del negocio del f¨²tbol con dos salidas: menos dinero (del que cualquier individuo podr¨ªa casi manejar o desear) o menos ambici¨®n deportiva. No hay nada dadivoso o altruista en que elija lo segundo. No tiene nada de extraordinario que con 24 a?os decida no desperdiciar los mejores a?os de su carrera en el Al Hilal, especialmente cuando seguir¨¢ cobrando una cantidad estratosf¨¦rica.
Mientras desconocidos conversan sobre el asunto en distintas zonas de playa del mundo, unidos por la corteza impagable del f¨²tbol, recuerdo la teor¨ªa del fil¨®sofo Simon Critchley desplegada en su libro En qu¨¦ pensamos cuando pensamos en f¨²tbol. La forma de este deporte, dice, es la asociaci¨®n, el socialismo, y sin embargo, su sustrato material es el dinero. Siempre lo ha sido, pero cada vez lo es m¨¢s.