El penalti molecular
El culto a la tecnolog¨ªa se ha apoderado sin remedio del f¨²tbol, con un grado de intrusismo estomagante.
El f¨²tbol alcanz¨® en el Metropolitano un nuevo estrato en su af¨¢n por jibarizarlo. Ha entrado definitivamente en una fase molecular. Desde un despacho con pantallas ubicado en las oficinas de la UEFA en Nyon (Suiza), a 1.414 kil¨®metros de Madrid, se decret¨® que Juli¨¢n Alvarez hab¨ªa tocado el bal¨®n dos veces en su turno de lanzamiento en la tanda de penaltis que decidi¨® la eliminatoria Atl¨¦tico-Real Madrid. Marciniak, el reputado ¨¢rbitro polaco que dirigi¨® en 2022 la final del Mundial de Qatar, concedi¨® el gol, antes de quedar orillado, sin voz, ni voto, convertido en un pardillo por el culto a la tecnolog¨ªa que se ha apoderado sin remedio en el f¨²tbol, con un grado de intrusismo estomagante.
El VAR aterriz¨® en el f¨²tbol con el pretexto de aclarar las zonas grises del f¨²tbol, juego fascinante, entre otros motivos, por su resistencia a la rigidez objetiva. Son precisamente las zonas grises, interpretables, las que definen en gran medida el esp¨ªritu del juego m¨¢s popular del mundo. Lo permit¨ªa un reglamento corto de reglas y lleno de sensatez. Abundaban las pol¨¦micas, pero la gente disfrutaba de las anchas fronteras que toleraba el juego. Llegado el caso, el ¨¢rbitro ten¨ªa la culpa de todo. Era sospechoso por naturaleza, incluso cuando acertaba. As¨ª de simple.
El derbi madrile?o en esta edici¨®n de la Copa de Europa quedar¨¢ se?alado para siempre por una decisi¨®n que la UEFA considera correcta ¨Cla anulaci¨®n del gol de Alvarez por un doble contacto en el bal¨®n¨C, pero admite que no es satisfactoria. En el comunicado que emiti¨® ayer invita a la FIFA y la International Board ¨Cel comit¨¦ que revisa el reglamento del f¨²tbol¨C a abordar conversaciones para mantener o cambiar el criterio actual en acciones como las del delantero del Atl¨¦tico, en los que el doble toque al bal¨®n es completamente involuntario.
Es una admisi¨®n de desagrado por lo que sucedi¨® en el Metropolitano, donde la supeditaci¨®n del f¨²tbol a la tecnolog¨ªa fue una chapuza a la altura de las que Forges retrataba en sus c¨¦lebres vi?etas. El ¨¢rbitro no vio incorrecci¨®n alguna en el lanzamiento del penalti. A partir de ah¨ª dej¨® el volante en manos de los muchachos de Nyon, encargados de aplicar el martillo del rigor tecnol¨®gico. Vieron lo que Marciniak no detect¨®. En 15 segundos se decret¨® la anulaci¨®n del lanzamiento de Juli¨¢n Alvarez, reacci¨®n fulgurante a la vista de los largos episodios de espera que se repiten con frecuencia en los partidos.
En primera instancia se asumi¨® que en Nyon dispon¨ªan de im¨¢genes incontrovertibles, sin margen a la duda, un ¨¦xito indiscutible de la justicia tecnol¨®gica en momentos de controversia, pero lo que vieron millones de telespectadores en todo el mundo fueron dos tomas ampliadas por una superlupa que casi se sal¨ªa de las pantallas de los televisores. En la primera parec¨ªa que la pelota resbalaba sobre el empeine de la bota de Juli¨¢n o rozaba los cordones. En la segunda, desde atr¨¢s, la impresi¨®n fue diferente. No hab¨ªa impresi¨®n de contacto doble. De manera que el VAR llev¨® sus conclusiones de la peque?ez de la entomolog¨ªa (estudio de los insectos) al territorio de la f¨ªsica molecular, con sus ¨¢tomos, neutrones y todo eso.
Es probable que una fibra del cord¨®n de la bota izquierda de Juli¨¢n rozara una mol¨¦cula del pl¨¢stico del bal¨®n de Adidas, pero no qued¨® demostrado, no al 100 por ciento. Por lo tanto, se produjo una opini¨®n subjetiva en un asunto que requer¨ªa una respuesta sin discusi¨®n. Traslada, en definitiva, la subjetividad a un sistema que alardea de rigor objetivo, contradicci¨®n que deja en muy mal lugar al VAR y sus voceros. Por el camino dej¨® al ¨¢rbitro en cueros. Si en Nyon hab¨ªan visto la incorrecci¨®n de una manera tan poco plausible, quedaba la bala del ¨¢rbitro, de Marciniak nada menos, un jefazo. Pues no, Marciniak trag¨® y call¨®, nueva evidencia del papel cada vez m¨¢s subsidiario de los ¨¢rbitros, degradados a la condici¨®n de servidores de los se?ores que juegan a ser dioses en los cuartos oscuros de la FIFA, UEFA, Federaciones y Ligas. Intrusos de medio pelo empe?ados en desgraciar el f¨²tbol.
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