¡°?Ese qui¨¦n es?¡°: la no muy conocida tradici¨®n del s¨¢bado en el Masters
Cuando el corte deja un n¨²mero impar de jugadores, un miembro del club acompa?a al ¨²ltimo clasificado para que no juegue solo.


Los c¨®digos del Masters se han explicado ya hasta la saciedad, pero hay una tradici¨®n no tan conocida en el Augusta National, que se escapa incluso a los espectadores, pese a ser uno de los p¨²blicos m¨¢s educados, en golf y en lo que no es golf, del planeta. Se produce el s¨¢bado y el domingo, cuando un n¨²mero impar de jugadores ha pasado el corte el viernes. Como cortes¨ªa, el club pone a disposici¨®n del ¨²ltimo clasificado a uno de sus miembros, para que no tenga que jugar solo.
Es una misi¨®n que durante mucho tiempo correspondi¨® a Jeff Knox, ampliamente considerado como el mejor golfista amateur del estado de Georgia. De hecho Knox tiene un 61 como r¨¦cord del campo desde los tees que juegan los socios. Y una tonelada de an¨¦cdotas que contar. Aunque su resultado por supuesto no cuenta de forma oficial, y de hecho si es preciso levanta su bola del green en vez de patear para no entorpecer el transitar del profesional al que acompa?a, Knox ha llegado a superar a jugadores como Rory McIlroy o Sergio Garc¨ªa cuando le ha tocado jugar con ellos.

Una de las m¨¢s graciosas involucra a Miguel ?ngel Jim¨¦nez. Se cuenta que en la edici¨®n de 2008, cuando el necesitado de compa?¨ªa era ¡®El Pisha¡¯, la salida en el 1 de Knox, capaz de pegar por encima de las 300 yardas (275 metros), fue m¨¢s larga. Jim¨¦nez, conocido por muchas cosas pero no por ser un gran pegador, le dijo que no volviera a hacer eso. Por supuesto Knox le acabar¨ªa pisando en varios hoyos m¨¢s.
Este a?o el privilegio de participar en una vuelta del Masters le toc¨® a Michael McDermott, un buen jugador amateur que ahora, a los 50 a?os, se dedica al mundo de las finanzas. ¡°?Qui¨¦n es ese?¡° Se preguntaban algunos al verle pinchar bola en el tee del 1. McDermott tambi¨¦n es socio de Pine Valley, otro exclusiv¨ªsimo club, y tambi¨¦n le da duro a la bola. Suya fue la tarea de hacer que el coreano Tom Kim no se sintiera demasiado solo. Y eso, en un campo famoso por su hostilidad para con los golfistas, es todo un detalle.
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