
El halterista ol¨ªmpico que dej¨® el circo y desafi¨® al r¨¦gimen cubano
Ramiro Mora es uno de los 37 atletas del Equipo Ol¨ªmpico de Refugiados que competir¨¢ en Par¨ªs 2024. Naci¨® en Cuba, en el seno de una familia disidente; sali¨® de la isla mediante un contrato con un circo ingl¨¦s, pidi¨® asilo pol¨ªtico, y sue?a con una medalla.
La ¨²nica forma que encontr¨® Ramiro Mora para salir de Cuba fue como artista circense. Era marzo de 2019. Ten¨ªa 21 a?os; cinco menos de los 26 con los que competir¨¢ en Par¨ªs 2024. Un empresario ingl¨¦s, de apellido Enders, visit¨® la isla y asisti¨® a los espect¨¢culos que organizaba Germ¨¢n Mu?oz, fundador de la connotada Compa?¨ªa Havana. Ramiro era una parte esencial de ellos. Pero los m¨¢s de 100 kg de las barras y los discos no eran el ¨²nico peso que Ramiro ten¨ªa que levantar ante 1,600 personas cada noche.
Enders se fascin¨® con el show y contrat¨® a Ramiro por 200 d¨®lares a la semana. 800 al mes. ¡°Era esclavitud moderna¡±, cuenta. Nunca ley¨® el contrato: s¨®lo se lo dieron a firmar, sin tiempo, ni asesor¨ªa legal. El nefasto papel, no obstante, fue un salvoconducto para Ramiro, cuya carrera como halterista estaba condenada en la Cuba revolucionaria. Sus padres no comulgaban con el r¨¦gimen y eso era m¨¢cula suficiente. El pecado original de Ramiro era la disidencia pol¨ªtica.

Ramiro Mora naci¨® el 29 de septiembre de 1997 en el peque?o poblado de Gaspar. Desde peque?o se mud¨® a Ciego de ?vila, en el centro de Cuba, para vivir con sus abuelos. Quiso ser beisbolista, como todo cubano; antes de la adolescencia prob¨® con el boxeo, pero no le apetec¨ªa someter su cuerpo a los vaivenes del peso. A los 12 a?os descubri¨® la halterofilia: ¡°Ten¨ªa un amigo en la escuela. Estaba muy fuertecito; yo era muy flaco en ese entonces. Me invit¨® al gimnasio, a la salida de clases¡±. Los entrenadores no le auguraron un buen futuro: le dijeron que era muy delgado, que sus condiciones no eran de halterista, que ten¨ªa extremidades cortas. Que una cosa y que la otra. Todas las noches; dos kil¨®metros de ida, dos de vuelta. El primero en llegar, el ¨²ltimo en irse del gimnasio.
El esfuerzo le granje¨® un espacio en competencias juveniles. En su primera participaci¨®n, con 14 a?os, obtuvo un cuarto lugar. Poco despu¨¦s se inscribi¨® en la Escuela de Iniciaci¨®n Deportiva Escolar (EIDE), lo cual le abr¨ªa las puertas para competir a nivel nacional. En su primer a?o en la EIDE no fue seleccionado para el equipo nacional. Tampoco en el segundo. Los instructores le conminaron a subir de peso: de 80 a 96 kilos. ¡°La comida en la escuela no era agradable. El entrenador habl¨® con ellos para que me aumentaran las bandejas. Dos en el almuerzo y en la comida¡±. Con 18 a?os, y despu¨¦s de ganar dos contiendas, por fin entr¨® en la selecci¨®n. Dur¨® cuatro a?os. El pecado original.
Los padres de Ramiro vivieron penurias y eso les desencant¨® del sistema: ¡°A veces me iba a dormir con un pan y un vaso con az¨²car y agua. No hab¨ªa dinero. En Cuba, el gobierno suele decir que ayuda al pueblo: te dan una libra de az¨²car, una de arroz, un pan, una bolsa de yogurt y un litro de leche. Con eso te dicen que puedes vivir. Y no es as¨ª¡±, recuerda su infancia con congoja. Ocurri¨® que los padres de Ramiro verbalizaron su descontento y eso, donde las paredes tienen o¨ªdos, puede conllevar represalias. Cuando Mora lleg¨® al equipo nacional de halterofilia, los comisionados le hicieron saber que estaban enterados, y suspicaces, de la reticencia pol¨ªtica de sus padres. Y de mucho m¨¢s: su vida personal: con qui¨¦n hablaba, con qui¨¦n entrenaba, qu¨¦ lugares frecuentaba su familia, qu¨¦ dec¨ªa, qu¨¦ no dec¨ªa.
Cuenta Ramiro que un seleccionado nacional cubano debe estar afiliado a la Uni¨®n de J¨®venes Comunistas y al Partido Comunista. Obligatorio. ?l no formaba parte de ninguno. Tambi¨¦n estaba sujeto a donaciones de sangre, forzosas, cada tres meses. En su ¨²ltimo campeonato nacional, en 2018, se consagr¨® campe¨®n; el triunfo le hac¨ªa acreedor a viajar a un campamento fuera de la isla.
- Y no me dejaron ir. Si vives en un pa¨ªs que es una dictadura, y no est¨¢s de acuerdo con ella, siempre te van a tratar de mala persona. No me dejaban salir adelante. T¨² puedes ser buen deportista, pero si no est¨¢s a favor de la revoluci¨®n, no vas a viajar nunca. No llegas a ser nadie.
- ?Y qu¨¦ hiciste despu¨¦s?
- Me fui pa¡¯l circo.
- ?C¨®mo fue eso?
- Un amigo se hab¨ªa ido primero que yo. En seis meses ya estaba en Espa?a, trabajando. Dije ¡®aqu¨ª no me van a dar la oportunidad en el deporte¡¯. En Cuba, la mayor¨ªa empieza en el deporte por un sue?o. Y tambi¨¦n por una necesidad. Tratar de sacar adelante a la familia.
- ¡
- Entr¨¦ al circo. Seis meses. Entonces muri¨® mi padre. Se quit¨® la vida. Se ahorc¨®. Se puso una cuerda en el cuello. Poco despu¨¦s, mi madre falleci¨® de c¨¢ncer.
La voz de Ramiro se densa. La mirada apagada. Los dedos entrelazados. Las pesas que se hacen m¨¢s pesadas.
- Me llega el contrato para Inglaterra. Cuando llegu¨¦ aqu¨ª no quer¨ªa entrenar m¨¢s. Estaba decepcionado con lo que hab¨ªa pasado. Me hab¨ªan cortado el sue?o.

Ramiro tom¨® un vuelo Cuba-Madrid sin boleto de vuelta. Escala en Espa?a, aterrizaje en Blackpool. Lo recogieron en el aeropuerto en una van. No tuvo descanso; del avi¨®n a la funci¨®n de la noche. Los m¨²sculos a contraluz. Los aplausos vac¨ªos. La lluvia que se filtra entre la carpa carmes¨ª.
Ramiro trabajaba como trapecista desde el mediod¨ªa hasta las 10:30 de la noche en el Blackpool Tower Circus. Iba al gimnasio, pero s¨®lo para mantenerse en forma. Sentadillas, estiramientos. Nada de pesas. La rutina dur¨® casi tres a?os. Un d¨ªa, a inicios de 2022, Mora se uni¨® a una manifestaci¨®n de disidentes cubanos en Londres. Lo captaron las c¨¢maras de televisi¨®n. No pasaron ni dos d¨ªas para que su hermana, a¨²n en Cuba, recibiera en su correo avisos de citaciones policiales: si Ramiro pon¨ªa un pie en la isla, iba preso. ¡°En cuanto abandonas Cuba, te empiezan a buscar. Ah¨ª tom¨¦ la decisi¨®n. Buscar c¨®mo ayudar a mis hermanos y sacarlos de ah¨ª. Ped¨ª asilo pol¨ªtico¡±.
Ramiro no ten¨ªa idea de c¨®mo funcionaba el procedimiento. Simplemente acudi¨® a una estaci¨®n de polic¨ªa en Londres y explic¨® que no pod¨ªa regresar a Cuba. Que la polic¨ªa lo estaba buscando. Que su padre hab¨ªa muerto se?alado. No hab¨ªa vuelta atr¨¢s. De inmediato, el gobierno brit¨¢nico aisl¨® a Ramiro. Hotel de cinco estrellas, ropa, zapatos, comida. ¡°Fue uno de los momentos m¨¢s inc¨®modos de mi vida. Estaba ah¨ª, sin hacer nada, con todas las facilidades, y lejos de mi familia. No puedes trabajar, s¨®lo hacer caridad o trabajo comunitario. Pas¨¦ una semana mirando el techo y llorando. Pas¨¦ una crisis. No me conoc¨ªa¡±. Su entrenador, y un amigo con el que sol¨ªa competir y que ahora viv¨ªa en Italia, le sugirieron hacer deporte como terapia. Ramiro sali¨® a las calles y encontr¨® un gimnasio cerca de Picadilly Circus: la membres¨ªa costaba 80 libras al mes. Convenci¨® al manager, aunque debi¨® revelar su condici¨®n de asilado pol¨ªtico; consigui¨® dos horas diarias, gratuitas, a cambio de representar al London Olympic Weightlifting Academy en competencias semi-amateur. Prometi¨® que ganar¨ªa.
Seis meses despu¨¦s, Ramiro fue transferido a un campo militar, cerca de Bolton. Se resisti¨®, pero ¡°era la ley¡±. ¡°S¨®lo hab¨ªa ah¨ª hombres solteros en proceso de asilo. 400, 399 eran ¨¢rabes y yo, el ¨²nico latino¡±. Ah¨ª vivi¨® durante tres meses. El oficial a cargo le concedi¨® tres horas de permiso a diario para explorar la ciudad; el resto de los internos s¨®lo gozaban de dos. El gimnasio m¨¢s cercano estaba a tres millas de distancia. ¡°Contact¨¦ a un amigo que ya viv¨ªa ah¨ª. Ten¨ªa residencia, trabajo. Me compr¨® una bicicleta. Con ella pude ir y venir del gimnasio al campo militar, pero los meniscos se me jodieron¡±. A la mitad de su estad¨ªa, Ramiro se inscribi¨® en el campeonato ingl¨¦s, en Derby: levant¨® 155 kg en el arranque y 191 en el envi¨®n; el r¨¦cord absoluto en la categor¨ªa de 89 kg a¨²n es suyo. Hab¨ªa prometido que ganar¨ªa. Mes y medio despu¨¦s, el gobierno recoloc¨® a Ramiro en Bristol.
Todo parec¨ªa lo mismo. Gimnasios muy caros, muy lejanos. Cinco millas. La bicicleta. Las lomas de Bristol. Las rodillas desgastadas. Y esperar. Y esperar. Y los d¨ªas que acumulaban polvo. Y las pesas que se hac¨ªan m¨¢s pesadas. Dani apareci¨® en su vida y los nubarrones se disiparon. ¡°Me ayudaba con todo. Me recog¨ªa todos los d¨ªas del gimnasio para no tener que usar m¨¢s la bicicleta. Me salv¨®¡±. En agosto de 2023, entre la espera, Ramiro conquist¨® el campeonato brit¨¢nico, en Manchester: con 96 kg de peso, levant¨® 160 en el arranque y 200 en el envi¨®n. Nuevo r¨¦cord nacional, todav¨ªa en su posesi¨®n. Hab¨ªa prometido que ganar¨ªa.
Finalmente, el gobierno brit¨¢nico lleg¨® al final del tr¨¢mite: le otorg¨® una pensi¨®n mensual de 45 libras esterlinas, de las cuales usaba 25 para pagar la membres¨ªa del gimnasio, y una entrevista para defender su caso ante los interventores del Ministerio de Asuntos Internos. Ya era noviembre de 2023. ¡°Me preguntaron por qu¨¦ viv¨ªa en Inglaterra. Les dije que me persegu¨ªa la polic¨ªa en mi pa¨ªs. Me dijeron ¡®vaya para su casa, le mandaremos un correo electr¨®nico¡¯¡±. Ya no esper¨® mucho m¨¢s. El 1 de diciembre, despu¨¦s de dos a?os, el gobierno brit¨¢nico le concedi¨® el asilo pol¨ªtico a Ramiro.
El 2 de mayo de 2024, el Comit¨¦ Ol¨ªmpico Internacional anunci¨® al Equipo de Refugiados que participar¨ªa en los Juegos de Par¨ªs: Ramiro era uno de los 36 deportistas seleccionados. La noticia fue p¨®lvora encendida en Cuba: las im¨¢genes de Ramiro y Fernando Day¨¢n Jorge, pirag¨¹ista de Cienfuegos, tambi¨¦n considerado por el COI, aparecieron en las pantallas de la isla. ¡°Hablaron mal de nosotros. Que los hab¨ªamos ¡®traicionado¡¯¡±. Ramiro no ha recibido amenazas directas, pero est¨¢ un tanto intranquilo por su estad¨ªa en Par¨ªs. Ni en la culminaci¨®n de su utop¨ªa particular, Ramiro puede dormir tranquilo. ¡°Tengo un poco de temor. Cuando un equipo de Cuba viaja a un evento internacional siempre van acompa?ados por gente de seguridad del Estado. Yo s¨®lo quiero hacer mi competencia. No buscarme problemas. S¨®lo entrenar, competir y regresar con mi familia. Y tratar¨¦¡ si ellos me buscan problemas, intentar¨¦ evitarlos¡±.

La primera competencia de Ramiro como atleta refugiado fue la Copa del Mundo, en Phuket, Tailandia. Finales de marzo e inicios de abril de 2024. Complet¨® un total de 359 kg, suficientes para situarse en el casillero 18¡ã del ranking final. En realidad, Ramiro quer¨ªa presentarse, primero, en el campeonato europeo, en Par¨ªs, a mediados de febrero: no disponer a tiempo de su ¡®travel document¡¯ y su registro ante la WADA (Agencia Mundial Anti-Dopaje) lo impidieron. En Tailandia tuvo otro contratiempo: su primera lesi¨®n seria. ¡°En mi primer levantamiento del envi¨®n, 197 kg, se me parti¨® el cu¨¢driceps. No me dej¨® continuar. Regres¨¦ a casa. Tard¨¦ tres semanas en recuperar el m¨²sculo. Ahora, ya estoy listo¡±.
A Ramiro no lo persigue el s¨ªndrome del ap¨¢trida. Del no pertenecer, del descobijo de una bandera, una tierra, cualesquiera que sean. ¡°Estoy feliz de ser un refugiado. Si saco alguna medalla, estar¨ªa s¨²per feliz de poner la bandera del equipo de refugiados en lo m¨¢s alto del podio. Son los ¨²nicos que me han dado la oportunidad de cumplir mi sue?o¡±. Y en Inglaterra ha salido el sol para Ramiro: hace 10 semanas naci¨® su hija, Nabella, la luz de sus ojos, el envi¨®n final. Al amanecer est¨¢ con ella, la alimenta y la arrulla, y le canta, antes de salir a entrenar.
Y de repente las pesas han dejado de pesar tanto.
- ?Volver¨ªas a Cuba, Ramiro?
- Si mi pa¨ªs cambiara de r¨¦gimen, sin dictadura, que haya libertad, comida para todos, claro que me gustar¨ªa.
- Dejaste parte de tu vida all¨¢¡
- Me gustar¨ªa regresar para ponerle flores a mi mam¨¢, a mi pap¨¢ y a mi abuelo en el cementerio.
- ¡
- Mi madre un d¨ªa se sinti¨® mal. Entr¨® al hospital. Por su forma de pensar no le pusieron los medicamentos adecuados. Lleg¨® al hospital y falleci¨® en una semana. Yo ya estaba en Inglaterra.
- Y a tu abuelo, ?qu¨¦ le pas¨®?
- Ten¨ªa una infecci¨®n en el o¨ªdo. Fueron a atenderlo y los m¨¦dicos dijeron que no pod¨ªan. Que les daba asco verlo. Muri¨®, por una infecci¨®n en el o¨ªdo. Se muri¨® en la casa, en su cama.
- ¡
- No quiero, no tengo pensado regresar a mi pa¨ªs.
Ramiro es un refugiado orgulloso. Un padre feliz. Un halterista que levanta pesas inconmensurables, aunque cada vez m¨¢s livianas. Y un deportista primerizo. Par¨ªs no es la culminaci¨®n, sino el inicio. ¡°Ahora empieza mi carrera. Despu¨¦s de los Juegos seguir¨¦ enfocado. No parar¨¦¡±. Su agenda ya est¨¢ ocupada: en diciembre ir¨¢ al campeonato del mundo y, en febrero, al europeo. No parar¨¢ hasta llenarse el cuello de medallas. Hasta que su hermana y su abuela salgan de Cuba.
- No me gustar¨ªa decir que no estoy nervioso. Pero no hay lesiones. No hay cansancio. No hay nada m¨¢s. S¨®lo mi sue?o.
- Todo contin¨²a, ?no?
- Hay gente que ha estado en la misma situaci¨®n que yo y sienten que se acab¨® todo. No. Apenas comienza. Siempre hay que echar para adelante.
Para adelante. Como el pasito durante el envi¨®n. Porque s¨®lo as¨ª las pesas dejan de pesar.