Solo tres entrenadores han sido campeones con dos equipos de la NBA diferentes. Rick Carlisle aspira ahora, con los Pacers, a convertirse en el cuarto.

Phil Jackson, Pat Riley y Alex Hannum

A Alex Hannum no se le recuerda porque, en sus tiempos como jugador, hizo siete faltas personales en un partido de la NBA. Pero las hizo. En 1950, un d¨ªa despu¨¦s de Navidad y en un partido de Syracuse Nationals, el equipo que en 1963 se convirti¨® en Philadelphia 76ers (para curar la herida del traslado al Oeste de los Warriors un a?o antes), contra Boston Celtics, que ya andaba por entonces metido en todas las salsas. Un despiste de todo el mundo, de los ¨¢rbitros y de la mesa, que ha pasado m¨¢s veces. Don Otten y Lew Hitch apilaron ocho, tambi¨¦n en la prehistoria de la NBA. Llama m¨¢s la atenci¨®n que Cal Bowdler llegara a esas mismas siete en 1999, a las puertas de este siglo, en un Hawks-Trail Blazers. La paliza de los de Oreg¨®n era tan tremenda ya en la segunda parte que nadie ech¨® muchas cuentas de nada durante los ¨²ltimos minutos.
Hannum fue un californiano de pura cepa: naci¨® en L.A., jug¨® en USC y muri¨® (2002, con 78 a?os) en San Diego. Pero sus a?os en las pistas los cubri¨® (1948-57) entre la Costa Este y el Midwest. Drafteado por Indian¨¢polis Jets (1948) despu¨¦s de un tramo universitario partido en dos por su paso por el ej¨¦rcito en plena Segunda Guerra Mundial, jug¨® en los circuitos AAU antes de llegar a los Nationals en 1949. No fue un gran jugador (un 2,01 que promedi¨® 6 puntos y menos de 5 rebotes por partido) pero s¨ª meti¨® en el zurr¨®n unas cuantas buenas an¨¦cdotas. Hoy el baloncesto de Syracuse gira en torno a los Orange, la universidad de Carmelo Anthony, Dave Bing y Derrick Coleman; Pero entonces, en aquellos heroicos y primitivos a?os cincuenta, cuando el baloncesto profesional era una cosa solo de la Costa Este, los Nationals eran un equipo orgulloso de ciudad peque?a, al Oeste de Nueva York antes de llegar a Rochester y B¨²falo.
El campe¨®n de 1955 (uno de los tres t¨ªtulos en el palmar¨¦s de los Sixers) y un equipo de gente dura, en la pista y sobre todo en las gradas. La Syracuse Flu (la gripe de Siracusa) era la denominaci¨®n sarc¨¢stica que se daba a la facilidad con la que los jugadores, ups, ca¨ªan enfermos justo cuando ten¨ªan que visitar la pista de los Nationals. Tiempo de hooligans, un comportamiento que despu¨¦s desapareci¨® de los pabellones de baloncesto estadounidense, que amedrentaban a ¨¢rbitros y rivales con el estrangulador de Syracuse a la cabeza. Un aficionado que se convirti¨® en mito perverso de la primera NBA y que se mov¨ªa con libertad por toda la grada, siempre cerca de donde estaba la acci¨®n. Esto dec¨ªa la prensa por entonces: ¡°En cuanto hay una tangana, ¨¦l salta a la pista y agarra del cuello a un jugador del equipo rival¡±.
Una carrera de leyenda en los banquillos
La temporada 1956-57 fue la ¨²ltima de Hannum como jugador¡ y la primera como entrenador. Algo que entonces no era lo m¨¢s ex¨®tico del mundo y que hoy ser¨ªa impensable. El m¨ªtico Red Holzman, nobleza de Nueva York porque convirti¨® a los Knciks de los setenta en el mejor equipo del mundo y dos veces campe¨®n (las ¨²nicas de la franquicia), fue despedido despu¨¦s de perder 19 de los primeros 33 partidos. El equipo qued¨® en manos de Slater Martin, al que el experimento de entrenador/jugador le dur¨® ocho partidos. Harto, dejo el equipo en manos de su compa?ero de habitaci¨®n, un Hannum que as¨ª, un poco de casualidad, comenz¨® una extraordinaria trayectoria en los banquillos: dos veces campe¨®n (1958, 1967), Entrenador del A?o en 1964 y miembro del Hall of Fame desde 1998.
Pensaba en Hannum gracias a Rick Carlisle, que puede conseguir con Indiana Pacers su segundo anillo de campe¨®n despu¨¦s del que gan¨® con los Mavericks de Dirk Nowitzki en 2011. Esto, que no parece lo m¨¢s llamativo que uno puede leer sobre la NBA, supondr¨ªa en realidad un ¨¦xito extraordinario: solo catorce entrenadores han ganado al menos dos anillos (y solo seis han ganado m¨¢s de dos, de hecho); y solo tres han ganado con m¨¢s de un equipo. Dos los dir¨ªa sin pensar todo el mundo: Phil Jackson (once, seis con Michael Jordan, cinco Kobe Bryant y el tramo de Shaquille O¡¯Neal) y Pat Riley (cinco, cuatro con los Lakers del Showtime y el de 2006 con los Heat de Dwyane Wade y Shaq). El otro, y ese lo adivinar¨ªan pocos aficionados, es Alex Hannum, que gan¨® con St Louis Hawks y Philadelphia 76ers. Los nueve de Red Auerbach fueron con los Celtics, los cinco de John Kundla con los Lakers de Minneapolis, los cinco de Gregg Popovich con los Spurs, los cuatro de Steve Kerr con los Warriors¡
La excepcionalidad de Hannum fue m¨¢s all¨¢: llev¨® a Oakland Oaks al t¨ªtulo de la ABA en 1969 (tambi¨¦n fue Entrenador del A?o de esa otra liga, contracultural y destartalada). As¨ª que dirigi¨® al primer equipo profesional que gan¨® un t¨ªtulo en la Costa Oeste y se convirti¨® en el primero con anillos como t¨¦cnico en NBA y ABA (luego lo logr¨® Bill Sharman, otra leyenda y antiguo compa?ero de habitaci¨®n de Hannum en USC) y el ¨²nico, lo sigue siendo, que haya campeones a tres equipos profesionales distintos (Hawks, Sixers, Oaks). Aquellos Trojans de USC 1946-47, los de justo despu¨¦s de la gran guerra, debieron ser uno de los equipos con m¨¢s IQ de la historia: de ah¨ª salieron tres entrenadores de leyenda: Hannum, Sharman y Tex Winter, que empez¨® a empaparse de la filosof¨ªa del ataque del triple-poste, con el t¨¦cnico Sam Barry. De ah¨ª deriv¨® su tri¨¢ngulo ofensivo, el que mezcl¨® con la filosof¨ªa zen de Phil Jackson en algunos de los mejores equipos de la historia, en Chicago y L.A.
Hannum no dur¨® mucho como entrenador en ning¨²n sitio (pas¨® por Hawks, Nationals, Warriors, Sixers, Oaks y Rockets), pero tuvo ¨¦xito pr¨¢cticamente en todas esas paradas. Solo en su primera etapa en San Diego Rockets vivi¨® una temporada sin playoffs, y luego acab¨® en los otros Rockets, los de Denver de la ABA que acabaron siendo los Nuggets, despu¨¦s del merger de 1976, en la NBA moderna. Su ¨¢rbol geneal¨®gico se extiende por toda la historia de la liga: entren¨® a Pat Riley y Larry Brown, otros dos de los mejores de siempre cuando pasaron a los banquillos, y a jugadores de leyenda como Bob Pettit, Rick Barry, Nate Thurmond, Billy Cunningham, Calvin Murphy¡ y Wilt Chamberlain. De hecho, se le consider¨® el primero que fue capaz de entenderse con Superm¨¢n, de imponer cierta autoridad a una personalidad complicada, por encima del bien y del mal, y de meter en vereda en lo t¨¢ctico a un p¨ªvot que con ¨¦l anot¨® menos, defendi¨® m¨¢s, pas¨® mejor, aprendi¨® a saber qu¨¦ hacer en cada momento¡ y fue, por fin, campe¨®n (Sixers, 1967).
Las viajes batallas contra los Celtics
Ayud¨®, dec¨ªan, su pasado militar. Y una disciplina con la que marcaba diferencias en cuanto se hac¨ªa cargo de un equipo: preparaci¨®n f¨ªsica, foco en la defensa, mimo de la estrategia ofensiva seg¨²n el partido y el rival¡ as¨ª abrieron brecha ¨¦l y sobre todo, Auerbach en aquella ¨¦poca. Una en la que no todo les parec¨ªa bien. Hannum, despu¨¦s, se hart¨® de la moda de las defensas presionantes, cuando estas empezaron a ser usadas de forma masiva, y en un partido (en la ABA de 1972), se rebel¨® contra la modernidad y, con Virginia Squires como rival, orden¨® a sus jugadores hacer faltas durante todo el ¨²ltimo cuarto, sin parar y en el inicio de cada posesi¨®n. Los Squires ganaron 155-111 y anotaron 74 puntos desde la l¨ªnea de personal. Siete jugadores de Denver fueron eliminados y el partido acab¨® siendo invalidado y borrado de los datos oficiales de su temporada. ¡°Quer¨ªa ver hasta d¨®nde se pod¨ªa llegar con esta estrategia, en qu¨¦ punto empieza a ser perjudicial para tu equipo¡±, dijo despu¨¦s.
Nada m¨¢s hacerse cargo de los Hawks, todav¨ªa en St Louis (la mudanza a Atlanta no lleg¨® hasta 1968, jug¨® dos Finales seguidas contra los Celtics, que just¨® pusieron en marcha su dinast¨ªa eterna, el mejor equipo de la historia del deporte profesional. El de Bill Russell. A la segunda, en 1958, los Hawks ganaron (4-2). En gran parte gracias a la lesi¨®n de tobillo en el tercer partido de un Russell que, de todas formas, solo se qued¨® dos veces sin ser campe¨®n en su carrera, las dos contra Hannum (1958 y 1967). Un a?o antes, en 1957, nada m¨¢s hacerse cargo de un equipo en el que todav¨ªa jugaba, vivi¨® una de las Finales m¨¢s incre¨ªbles de la historia de la NBA, un 4-3 para los Celtics en el primer asalto al t¨ªtulo de las dos franquicias y el primero de un Russell rookie (promedi¨® 22,9 rebotes por partido).
El primer partido y el ¨²ltimo (no ha vuelto a pasar en un s¨¦ptimo) se resolvieron tras dos pr¨®rrogas, y los Hawks ganaron sus tres partidos por solo seis puntos totales. En el tercero (100-98), gracias a una canasta a falta de 48 segundos de Pettit (m¨¢s de 30 puntos y 18 rebotes por partido en la serie); en el sexto (96-94) porque Cliff Hagan meti¨® el primer buzzer beater de la historia de las Finales. Y en el s¨¦ptimo, la locura (125-123 para los Celtics).
Fue una eliminatoria que tra¨ªa el morbo de que los Celtics se enfrentaron a los dos jugadores que hab¨ªan dado por el pick 2 que usaron en Bill Russell (Hagan y Ed Macauley) y a un por entonces devastador Bob Pettit que promedi¨® en la serie m¨¢s de 30 puntos y 18 rebotes y se fue a 39+19 en ese s¨¦ptimo en el que pas¨® de todo. Primero, Bob Cousy, aterrado, no toc¨® ni aro en un tiro libre que habr¨ªa dado un +3 a los Celtics al final de la segunda pr¨®rroga y con cinco segundos por jugar. Un jaque mate en tiempos en los que no hab¨ªa l¨ªnea de tres. Pero fall¨®, y los Hawks tuvieron un ¨²ltimo ataque en el que bordaron lo casi imposible y fallaron lo m¨¢s sencillo: el entrenador-jugador Hannum lanz¨® la bola desde su zona de saque contra el tablero de los Celtics, con la esperanza de que el rechace fuera a las manos de Pettit. El hail mary sali¨® sorprendentemente bien... pero a Pettit tambi¨¦n le tembl¨® el pulso en un tiro que normalmente met¨ªa con los ojos cerrados. Hubo pol¨¦mica: Sharman, el antiguo compa?ero de Hannum, juraba que su aro no estaba a la altura reglamentaria, a Red Auerbach le cay¨® una lluvia de huevos... Y hubo nervios (2/20 en tiros de Cousy, 3/20 de Sharman), pero los Celtics ganaron y pusieron en marcha, casi de milagro, un tramo de leyenda.
Hannum se sac¨® la espina un a?o despu¨¦s, su primera temporada como entrenador a tiempo completo, pero en 1958, con el anillo reci¨¦n puesto, se march¨® tras enfrentarse a los propietarios de los Hawks porque solo le ofrecieron una extensi¨®n de un a?o y ¨¦l quer¨ªa dos. En los Warriors, tras un paso por su antiguo equipo, los Nationals, cumpli¨® su deseo de entrenar en la Costa Oeste aunque le toc¨® esperar un a?o. Fich¨® en 1963, una temporada despu¨¦s de la mudanza. Cuando el equipo se iba a ir de Philadelphia, el propietario Eddie Gottlieb le dijo que no era nada m¨¢s que la tercera opci¨®n. Pero en un pu?ado de meses se fundieron las otras dos (Frank McGuire y Bob Feerick), y Hannum cogi¨® al equipo y lo llev¨® a sus primeras Finales en la Bah¨ªa (derrota contra los Celtics: 4-1, en 1964). ¡°Yo solo llegu¨¦ all¨ª, me puse a entrenar a Chamberlain¡ y jugamos la Final¡±, dijo despu¨¦s. Form¨® unas torres gemelas con Wilt y un Thurmond rookie, y esa buena experiencia con el primero le vali¨® para fichar por los Sixers, en 1966, y ser campe¨®n en 1967.
Dec¨ªan que solo ¨¦l se enfrentaba a cara a cara con Chamberlain, que en aquella temporada redujo dr¨¢sticamente su anotaci¨®n (de 33,5 el curso anterior a 24,1) pero salt¨® a 7,8 asistencias (adem¨¢s de 24,2 rebotes y su tercer MVP) y jug¨® con disciplina y esfuerzo defensivo. As¨ª fue campe¨®n, un molde no muy distinto al de cinco a?os despu¨¦s, con los hist¨®ricos Lakers de 1972. Con Hannum, los Sixers fueron una m¨¢quina precisa de juego controlado en media pista, movimientos coreografiados, constante actividad defensiva y un jugador ¨²nico como Chamberlain ejerciendo de facilitador y no solo de finalizador. F¨®rmulas que ten¨ªan m¨¢s que ver con el baloncesto que estaba por venir que con el que se hab¨ªa jugado hasta entonces. Y el sello de un entrenador ¨²nico cuyo nombre muchos han olvidado aunque sus logros son, sencillamente, extraordinarios.
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